Es indiscutible el tirón de Mena en Málaga y su consustancial relación con el cuerpo de la Legión, de la que el Santísimo Cristo de la Buena Muerte es el protector que incluso va tatuado en la piel de a quienes protege. Mena por tierra, mar y aire. Y el Jueves Santo, el fervor, también hacia el aparato militar, trasciende desde primeras horas con el desembarco en el puerto. Horas de espera para presenciar un acto realmente breve, en la lejanía, desde la incomodidad, pero con la ilusión de ver a los soldados iniciar su veloz desfile por las calles de la ciudad, entre vítores y palmas.

El madrugón ha de merecer la pena cuando las escenas se repiten año tras año. Es una emoción contagiosa, como una fuente de energía inspiradora, a falta aún de iniciar el traslado en Santo Domingo, cuando el imponente crucificado de Palma, que cumple, en 2017, 75 años de vida desde su bendición, abra sus brazos al sol de Málaga. Pero una emoción que también se detecta en los gestos de los legionarios, casi imperceptible porque firmes casi ni pestañean, pero en ellos también está presente la ilusión por el reencuentro. Con Málaga y con su Cristo.

A las 10.30 horas tuvo lugar la recepción del buque de la Armada y desembarco de la Compañía de Honores del Tercio 'D. Juan de Austria', I de La Legión, que atracó en el muelle 2 del Puerto de Málaga, junto al Palmeral, donde ya no se cabía. El público hasta se encaramaba a las pérgolas y cuidado con moverte un ápice y tapar la visión del de atrás. "¡Que llevamos aquí tres horas!" Y eso que ni siquiera aún había bajado por la pasarela un solo legionario.

El buque de transporte en el que llegaron los efectivos de la Legión volvió a ser, una vez más, el 'Contramaestre Casado', perteneciente a la Fuerza de Acción Marítima de la Flota y con base en el Arsenal de La Carraca (San Fernando, Cádiz). Este barco es el único y el más veterano en servicio. Al mando de este buque está el comandante, capitán de corbeta, Jaime Bolix Tortosa.

La banda de guerra interpretaba marchas militares. Los primeros en descender de la embarcación, los gastadores. Después, entre despacio y deprisa, con esa forma tan de la Legión, fue descendiendo uno a uno los miembros de la compañía de honores para desfilar ante las autoridades civiles, militares y religiosas, y el numerosísimo público que se congregaba en este espacio. A continuación, María Dolores de Cospedal, la ministra de Defensa y, por tanto, la máxima autoridad que presidía el acto, bastón de mando en mano, pasó revista a la unidad castrense. Inmediatamente después, la compañía en formación comenzó el desfile, primero dirigiéndose al muelles 1 para después regresar al 2 y abandonar el puerto por la plaza de la Marina. Rápidas pisadas, uniforme de guerra y sudor marcial en la tropa. Aplausos, pamelas para combatir los rigores del calor y vestidos estampados primaverales entre quienes se disponían a coger los autobuses para desplazarse a la explanada de Santo Domingo para asistir al privilegio del traslado.

Mientras, los soldados seguían su raudo y característico desfile por Molina Lario, Plaza del Siglo, Plaza del Carbón, calle Granada, Larios, Alameda Principal, Puente de Tetuán, Nazareno del Paso,Glorieta de Lola Carrera, Cerezuela, Plaza de La Legión Española y Plaza de Fray Alonso de Santo Tomás. Sin espacio en las aceras. Málaga, rendida.