El profesor de la UMA y autor de la famosa tesis doctoral El alma de la madera, Juan Antonio Sánchez López, tiene mucho que decir de la gestación de las cuatro pequeñas tallas de hoy, Jueves Santo, porque la idea partió, precisamente, de él. «La idea de las cartelas la trazó Alberto Palomo Cruz, el archivero de la Catedral y yo propuse que fueran los cuatro sumos sacerdotes de Israel», explica. Las tallas están hechas en madera de cedro estofada y policromada.

De nuevo, se trata de ofrecer un sólido discurso iconográfico, en este caso en las cuatro esquinas del majestuoso trono de la Cena, una cofradía que, cuando decidió terminarlo, aprovechó para renovar toda la imaginería «y fue el momento de introducir un programa propio».

La idea central es «que el trono refleje el tránsito de la Vieja a la Nueva Alianza, el sacerdocio es la antigua ley y luego está la nueva Ley de Cristo; es también la idea de como la Eucaristía consagra la Nueva Alianza que supera la Antigua».

Por ese motivo, esta nueva incorporación refleja el sacerdocio en el Antiguo Testamento, personalizado en los cuatro sumos sacerdotes: Melquisedec, Aarón, Eleazar y Sadoc. Y cada uno de ellos, con un simbolismo muy determinado.

Así, el primero de ellos, Melquisedec, el más conocido por ser rey sacerdote de Salem, simboliza la vertiente sacramental del sacerdocio. Como recuerda el profesor de Historia del Arte, el Salmo 110 dice: «Tú eres consagrado sacerdote por siempre, según el orden de Melquisedec». Y por esa vertiente sacramental, como atributos lleva el cáliz y una patena con el pan, «que recuerdan la ofrenda del pan y del vino que el personaje hizo a Abraham como preludio del sacrificio eucarístico».

Le sigue el sumo sacerdote Aarón, hermano de Moisés, representando con un incensario, que recuerda la institución del sacerdocio como aquella que tiene como finalidad primordial «proveer el servicio del Altar», porque simboliza la vertiente institucional.

La tercera figura es la del segundo hijo de Aarón, el sumo sacerdote Eleazar, que tuvo especial protagonismo en el aspecto religioso y político-militar de Israel, «por cuanto su ministerio coincidió con el inicio de la campaña para la conquista de Canáan». Por este motivo representa la vertiente militante del sacerdocio y su atributo es una lanza.

La última figura es la de Sadoc, el sumo sacerdote que ungió a Salomón como rey. Por esta causa se le ha relacionado con la vertiente ritual del sacerdocio y su atributo «es una ampolla con el óleo sagrado de la consagración», cuenta Juan Antonio Sánchez López, que añade que «la figura de Sadoc se recordaba en la ceremonia de coronación de los reyes y emperadores, en alusión al papel de la Iglesia a la hora de legitimar el instante en el que el monarca recibía el poder de manos de Dios».

Y aunque cada uno porte su atributo, todos están vestidos de la misma manera, la propia de un sumo sacerdote: «Con tiara, pectoral con las doce piedras y la túnica, que es el efod con las campanillas».

Discípulo de Miñarro

En cuanto al artista, el joven Juan Alberto Pérez Rojas (Ronda, 1982), el profesor resalta que es «uno de los discípulos más cercanos de Juan Manuel Miñarro, aparte de que tiene un estilo muy en la línea clasicista pero con un toque más castizo». Para Juan Antonio Sánchez López, «Juan Manuel Miñarro es más intelectual, más introvertido y Juan Alberto Pérez Rojas le ha sabido dar un toque más hacia la teatralidad, que gusta más en el sentido de lo que se ve: una pieza netamente barroca».

El experto subraya la «calidad fantástica» de sus obras y en este caso, prefiere referirse a ellas no como miniaturas sino como «esculturas de pequeño tamaño, que aunque parezca un sinónimo, no es lo mismo». Y como rasgo más destacado, recalca de nuevo su clasicismo, y aclara que «a pesar de que conecta más con la sensibilidad popular, siempre se mantiene en unos parámetros muy clásicos, muy contenidos».