La Congregación de Mena no pone una procesión en la calle. Pone dos. Es el reflejo de esa doble alma que marca la personalidad de la hermandad: una con un gran sentido de marcialidad y otra con un notable sentido cofrade, en el mejor sentido de la palabra. La primera es la cofradía que acoge a la Legión, uno de los emblemas de la hermandad y con la que hay una simbiosis total. La guardia de honores al titular de la hermandad y el traslado el Jueves Santo por la mañana se conviertenen los momentos en que esa relación sale a la luz, pero no se conoce tanto la actividad que durante todo el año mantiene esta congregación para mantener fuertes los lazos con la Legión. Ese es el secreto de que los mandos de la Legión se muevan por la casa hermandad como si fuera su casa. O que no sea raro que se pasen un rato saludando a conocidos de la cofradía. O que cuando comienza la procesión y la compañía de honores que acompaña al Cristo de la Buena Muerte entona el 'Novio de la muerte', que muchos portadores de trono o miembros de la hermandad interpreten este cuplé. Esta cofradía, la marcial, la que tiene ese toque castrense, que le gusta, lo difunde y participa de este espíritu, tiene a la Armada muy vinculada a la Virgen de la Soledad. Es otro tipo de visión del ejército, más reposada si se quiere, pero que también refuerza ese carácter.

Pero hay otra cofradía. La de sobriedad y austeridad nazarena. Con orden y elegancia. Que tiene un gran rigor en el sentido de la procesión. Bien plantada, que es ajena al bullicio que se forma a su alrededor por el paso de la Legión. Con nazarenos elegantemente revestidos con túnicas de terciopelo negro y con las maravillosas túnicas bordadas que pertenecían a las antiguas equipaciones (¿Habrá en un futuro más túnicas así? Ojalá). El cortejo está bien trabajado, con piezas del patrimonio muy interesantes como las mazas o las bocinas doradas, también antiguas, y que tienen un notable sabor añejo, que encaja perfectamente con la puesta en escena nazarena de esta hermandad.

La salida de esta cofradía es compleja por la organización que exige, al igual que el traslado, para atender la grandísima afluencia de público sin que afecte a la normal salida del cortejo, al tiempo que se reserva espacio para la tropa que acompaña al Cristo de la Buena Muerte y a la Virgen de la Soledad Coronada. Esto obliga a disponer de un complejo juego de vallas, pasos protegidos y seguridad. Precisamente esa doble personalidad marcial y cofrade le permite atender estas obligaciones con eficacia, incluyendo detalles como poner una gran bandera de España que por la tarde se quedó a media hasta, símbolo de luto.

Los 36 miembros del submarino de la Virgen de la Soledad, conocida como La Galera, llevaron unas camisetas especialmente diseñadas para la ocasión y que servían de homenaje para Salvador López, capataz de este trono y de la Virgen de la Trinidad que falleción recientemente. La camiseta tiene el rostro de Salvador junto a una imagen del trono de la Virgen de la Soledad.