¿Problemas internos? ¿Intervención? Palabras que se quedaron vacías en cuanto sonó la campana del trono de Jesús Cautivo. Las largas filas de nazarenos blancos abrían un camino de luz entre la multitud que se agolpaba para ver, aunque fuera de forma fugaz y durante unos minutos, a Jesús Cautivo. Tiempo suficiente para que las emociones brotaran en forma de agradecimientos, peticiones y rezos. Muchas veces lágrimas.

La Banda de Cornetas y Tambores de Jesús Cautivo recibió al Señor de Málaga con Bendición y Nuestro Padre Jesús Cautivo, marchas que marcaron la impronta a una procesión que se convierte en todo un referente por el movimiento que se consigue con la imagen. Un paso sencillo, cierto, pero suficiente para que haya mucha gente esperando verlo cruzar el puente de la Aurora.

La Trinidad... ¡qué digo La Trinidad!, Málaga se volcó una vez más. El Cautivo está por encima de los problemas, porque Él es la solución. Si se le escucha. Mármoles volvió a ser ese lugar bullicioso, saturado de personas, en el que sin embargo se es capaz de sentirse sólo y único cuando pasó el trono con el Señor de Málaga. Suenan los sones de Misericordia casi al final de la calle Mármoles, subiendo el repecho final, y parece que el tiempo se para. Sólo la túnica se mueve al son de la corneta y el tambor. Los pensamientos empiezan a fluir.

El trono del Cautivo atesoraba en su interior un pequeño homenaje por uno de sus hijos fallecidos. Un martillo de madera, casi escondido de forma humilde, pero muy significativa para los portadores. Era el recuerdo a Manolo Montero, capataz histórico de este trono fallecido el pasado 21 de marzo.

No fue el único homenaje íntimo que hubo en la procesión. Crespones negros por Antonio Dorado Soto, antiguo obispo de Málaga, y marchas de Escámez para la Alameda en la banda de cornetas y tambores por Pepe Ramírez, integrante de la banda de Bomberos fallecido de un infarto el domingo.

La Virgen de la Trinidad fue un faro en el que mirar el Lunes Santo. El nuevo techo de palio, bordado por Joaquín Salcedo, refulgió con la luz de la candelería -perfecta- e iluminó el rostro de esta bella imagen.

La Banda Sinfónica de la Trinidad acompañó a la Virgen en la calle Carril con Coronación de la Trinidad, Virgen del Gran Poder y Virgen del Subterráneo. Tres bocados musicales de gran calidad y a la altura de una Virgen que se merece ocupar un puesto de privilegio.

El trono, elegante e imponente, fue ganando la calle a su paso. El Cautivo arrastra, pero hay que esperar a su Madre. La espera mereció la pena.