­La lluvia se hizo demasiado presente para dos cofradías como Crucifixión y la Pasión, que tuvieron que renunciar a hacer sus estaciones penitenciales en la Catedral. La lluvia recibida por Crucifixión y la falta de seguridad sobre si seguiría lloviendo aconsejaron a estas cofradías suspender su recorrido, uno cuando ya había comenzado la procesión y la Pasión, sin ni siquiera tener esa posibilidad. La lluvia rompió todas las previsiones y la ilusión de muchos malagueños.

Crucifixión | Frustración en la calle Comedias

Los aplausos dentro de la casa hermandad de Crucifixión se escuchaban a su entrada en El Ejido. Ya huele a incienso comentaba el público. Acababan de comunicar la decisión de aplazar la salida, solo media hora, a pesar de las previsiones meteorológicas que alertaban de importantes precipitaciones. Lluvias intensas. Iban a partir sin modificar su recorrido pero la preocupación se evidenciaba en sus rostros.

Minutos más tarde, los portadores se abrazaban y se disponían rápidamente a levantar los tronos. Sonaba Soledad. El Santísimo Cristo de la Crucifixión y María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad se echaban a la calle bajo un cielo lleno de nubes amenazantes y el calor que le brindaba su barrio. La Virgen llevaba rosas y orquídeas blancas, un arreglo nada ostentoso, al igual que el del Crucificado, compuesto por rosas rojas y lirios morados.

El cortejo, muy decidido, seguía avanzando así por Diego de Siloé y Los Negros hacia Cruz Verde. Los titulares de la cofradía se encontraban en calle Frailes con Gitanos para después tomar Peña, mientras la Banda de Música La Paz interpretaba Expiración.

Las primeras gotas caían coincidiendo con el inicio de calle Comedias, se cumplía el augurio y sonaba En Manos de Jesús. Eran casi las cinco cuando la lluvia empezó con más intensidad y el trono del Señor, a la altura de Puerta Buenaventura, era acompañado únicamente por el sonido de los tambores de la Banda de Cornetas y Tambores de la Victoria, que llegados desde León se estrenaban con Crucifixión.

En pocos minutos todo se complicaba. Los capataces tenían que ordenar constantemente a sus hombres de trono «seguid sin prisas, avanzando pero sin correr» porque la lluvia cada vez era más fuerte. Aguantaron bastante tiempo, más de lo que el público esperaba, y sacaron los plásticos para proteger estandartes y el manto negro de la Virgen. Finalmente, rectificaron y volvieron a casa por el camino más corto, Dos Aceras y Carrión.

Pasión | Segunda suspensión

Los hermanos de la Pasión se quedaron por segunda vez en sus 75 años de historia sin hacer su estación penitencial en la Catedral. La anterior fue en 2012, también por una impertinente lluvia. Entre los hermanos se rememoraba la suspensión de hace cuatro años y la manta de agua que le cayó a la archicofradía de la Pasión en 1982 cuando se dirigía a la Catedral.

La decisión de no salir se produjo después de retrasar media hora el horario previsto. Cuando llegó la hora de decidir, llovía mucho, la Crucifixión se estaba volviendo y Gitanos dudaba. Si le hubiesen dejado media hora más, quizá habría podido ir a la Catedral, el objetivo básico que establecen los estatutos.

El hermano mayor, Antonio Sánchez, reconoció que este año tenían una especial ilusión por salir, al ser el Año de la Misericordia, aunque se tuvieron que resignar con no salir a la calle. Antonio Sánchez reiteró que la decisión de suspender la salida llegó tras no recibir seguridad de que no llovería.

No obstante, el orden reinó en todo momento dentro de la iglesia de los Mártires. A la suspensión de la procesión le siguió la decisión de rezar el vía crucis, la bendición con el Santísimo y la interpretación de las marchas Jesús de la Pasión y Amor Doloroso, a cargo de la Banda del Arahal, que iba a acompañar al trono de la Virgen.

Tras este pequeño acto para los hermanos, la iglesia de los Mártires se desalojó y se preparó para abrir las puertas al público, sobre las siete de la tarde. Los hermanos de la archicofradía acotaron un camino para la entrada y salida del público y evitar aglomeraciones innecesarias. De hecho, la respuesta del público fue espectacular, con una importante cola en la entrada a la iglesia.

Las puertas se mantuvieron abiertas hasta pasadas las once de la noche, cuidando de que la candelería del trono de la Virgen del Amor Doloroso estuviera siempre encendido para iluminar la imagen entre la tenue luz de la iglesia de los Mártires.

La archicofradía montó también un improvisado altar de insignias en su capilla de la iglesia de los Mártires.