Otra vez la meteorología se empeñaba en empañar con sus predicciones caprichosas otro día cofrade por excelencia. Una vez más el agua estaba llamada a desempeñar un papel protagonista. Pero todo quedó ahí. En eso. En un susto. En una intuición. En una intención. Y eso que los hermanos mayores del Martes habían hablado de adelantar recorrido y horario todo lo que pudieran. Por si acaso. Porque lo cierto era que sobre las once de la noche podía llover. De hecho, Penas había dibujado un recorrido alternativo por la calle Echegaray si al salir de la Catedral le caía el aguacero previsto. Pero ayer eso no podía pasar. Penas, con su espectacular manto de flores, mal que les pese a algunos seña de identidad de la cofradía, el Rescate y Nueva Esperanza realizaron magníficas estaciones de penitencia regalando momentos de entrañable sabor cofrade.

Devoción popular en Nueva Málaga | La hermandad de Nueva Esperanza volvió ayer a citarse con sus miles de vecinos que, un año más, no dudaron en acompañar a su hermandad en su barrio. Un trayecto de más de 6 kilómetros y 12 horas que puede parecer infinito, pero bajo los varales del Nazareno del Perdón y María Santísima de Nueva Esperanza parece detenerse el tiempo.

A las 15.50 horas de ayer, con un sol radiante y una multitud por público, se abrieron las puertas de la casa hermandad. Se oían desde el interior los rezos de los hermanos de Nueva Esperanza. Inmediatamente, un devoto gritaba: «¡Que no se os olvide que somos los elegidos!». Después, aplausos y vivas. Tras tocar el Himno Nacional, la Agrupación Musical Jesús Cautivo de Estepona interpretó Perdona a tu Pueblo. Avanzaba así por el Camino de los Castillejos el Señor del Perdón, ayudado por su ángel cirineo, sobre un monte de musgo con esparragueras, tomillo y rosas. Una delicia de trono, que ha venido a encontrarse entre los grandes. Después, Reo de Muerte.

En el interior de la sede de la hermandad, los portadores de la Virgen cantaban «Bendita tú» al son de Encarnación Coronada en un instante de emoción sin contener. Precedida por cientos de nazarenos que salían de Santa Ana y San Joaquín, María Santísima de Nueva Esperanza, tocada como con gracia divina, casi bailaba al son de su marcha.

El gusto por el detalle | La hermandad de las Penas es distinta. Los cofrades de Pozos Dulces parecen tener una sensibilidad especial, tocados por el buen gusto tienen la capacidad de destacar con poco, al detalle. Ellos lo saben. Ayer estrenaban un nuevo guión, bordado en el taller de Manolo Mendoza, que mostraba de nuevo la exquisitez de sus elecciones. Puntual, se abría la puerta del oratorio a las 17.30 horas y los nazarenos burdeos y negro de la sección del Señor salían acompasados por la marcha Cristo de la Agonía.

Una obra de arte en sí misma y para el disfrute de todos los sentidos. El crucificado de Buiza, sobre su monumental trono, acompañado por los cuatro evangelistas, salía imponente, como si anduviera. Los portadores del Señor de la Agonía, acostumbrados a la estrechez de su dintel, se esforzaban por salir, aunque la cruz del Señor rozó con la puerta. Fuera ya, Ora Pro nobis. Más tarde, Maestro, tocada primorosamente por la Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza.

La Virgen del manto de Flores les esperaba atrás. La Señora de Eslava Rubio, de mirada turbia, bella pero rota de dolor, estrenaba el bordado de su manto, compuesto, entre otros, por margaritas y claveles, que representaban el símbolo elegido por el Papa Benedicto XVI para representar el Año de la Fe. Sencilla y a la vez grandiosa, la Virgen de las Penas se meció con su marcha.

Luego llegó uno de los grandes momentos de esta cofradía, cuando tras la salida de la Catedral realizó su recorrido por la calle San Agustín. Estrechez, marchas, buen gusto, precisión y elegancia.

El oro llega desde la calle Agua | La cofradía del Rescate es una de esas hermandades que se hace querer. Ya desde pequeño es fácil que nos hayamos quedado fascinados por sus túnicas de colores brillantes y mezclas llamativas. Quizá sea por la capilla en la esquina de la calle Agua con Victoria, por donde pasan tantos malagueños día a día. Algunos se paran, otros rezan alguna oración, se presigna o lanza una jaculatoria rápida y en silencio. Lo cierto es que es una cofradía que gusta. Calle Victoria se llena de público para verla pasar. La calle Agua, también. En el interior, los hermanos hablan, se reencuentran, se abrazan y quedan para otro día. Todo tiene un aire familiar. Como muestra, el primer toque de campana al trono de la Virgen de Gracia correspondió a un portador de muchos años, un detalle que habla mucho y bien de lo que es cuidar y tener detalles con los hermanos veteranos.

No había miedo a la lluvia en esta cofradía, que confiaba en las buenas previsiones para realizar su recorrido con tranquilidad. El cortejo se formó por primer año en el patio del Colegio de los Maristas, facilitando sobremanera la organización de los nazarenos. El trono del Señor del Rescate se movió en silencio en la casa hermandad. Sólo cuando la imagen del Señor salió, sonó el Himno Nacional. Una vez en la calle, los primeros pasos los hizo con la marcha Plegaria a Jesús del Rescate, de Perfecto Artola y adaptada a marcha, ya que es una pieza de concierto.

La Virgen de Gracia, mientras tanto, maniobraba en la casa hermandad. No me canso de mirar y disfrutar de ese trono de estilo gótico, en el que encaja a la perfección el palio de Joaquín Salcedo. Este año, además, la cofradía estrenaba una nueva estructura de la mesa del trono e incorporaba 80 nuevos portadores, como recordó el hermano mayor, Rafael Recio, quien mostraba su confianza en la llegada del trono al encierro en buenas condiciones.

Virgen de Gracia fue la primera marcha que tocó la Banda de Zamarrilla, como es tradicional, a la que siguió Esperanza Macarena en la calle Victoria. Una saeta y una petalada ayudaron a su inicio.

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