Suena Pasan los Campanilleros. Una doble petalada. Una gran ovación. Emociones que se mueven no se sabe de dónde. El blanco inunda la calle. La noche deja de ser menos oscura. La luz de las farolas, amarillenta, palidece y se vuelve un chiste. El momento ha sido brillante. De los que se quedan en la retina. De los que, un día, quizás en mayo quizás en octubre, mientras se pasea mirando escaparates, vuelve a la mente y un frío de marzo recorre el cuerpo. Y se vuelven a ver los pétalos. Y nos parece escuchar Pasan los Campanilleros en nuestra cabeza. Y el Rocío pasando la doble curva de Echegaray a Méndez Núñez nos vuelve a emocionar.

El Rocío es eso. Pero también es un clavel lanzado desde un balcón de Altozano. Salido de manos de una señora mayor, y que sólo Dios sabe qué plegaria, petición o agradecimiento acompañan a esa flor. También es el paso por la Tribuna de los Pobres. Es exaltación, ovación, gritos de «¡Guapa!», pulsos medidos y bien ejecutados. O bajada de Mariblanca, con el ritmo marcado por Luz en la soledad que interpreta la Banda de Música de la Paz.

Es devoción popular, pero también es algo más. Algo que ha ido adquiriendo con el tiempo, pero que en los últimos años se ha notado más. Sigue manteniendo su sabor popular, a estampa en la cartera, a mosaico en el bar o en la tienda del barrio, a devoción diaria y presente en las rutinas de nuestros días. Pero cada vez tiene mayor presencia en la calle. No sólo es una Virgen guapa. Es elegante. Con una personalidad arrolladora, que marca al público allá por donde pasa. Eso se nota en Altozano y en Cruz Verde, llenas a rebosar a su paso. También en la Tribuna de los Pobres, en calle Echegaray o en la Victoria. La elegancia no supone una distancia con el pueblo, sino que mantiene esa capacidad para conectar con la gente. Ha encontrado ese equilibrio perfecto, tan difícil de lograr.

La salida a las tres y media de la tarde se ha convertido en la hora del Rocío. La que parecía una apuesta arriesgada se ha convertido en uno de los grandes aciertos de la hermandad. Mucho público en el entorno de la casa hermandad a esa hora y a lo largo del recorrido. Los nazarenos se desplegaron con rapidez por el recorrido, anunciando la llegada de los titulares con la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora de la Victoria junto a la cruz guía.

El Nazareno de los Pasos inició su recorrido con La trabajadera, bien interpretada por la Asociación Musical de Vera+Cruz (Campillos) y que marcó esos pasos de Jesús en su vía dolorosa por las calles de Málaga. La fuerza de la Virgen no nos puede hacer olvidar al Nazareno. Rostro de dolor sereno, elegancia en la túnica, dorado espectacular en el trono y un monte que es un ejemplo de cómo hacerlo, con cardos salteados entre rosas y flores silvestres.

Con La Salve, el trono del Nazareno subió Altozano, con un ritmo elegante. Los portadores saben a quién llevan. Qué es lo importante, y eso se aprecia en cada paso que se da en el recorrido.

La bajada por la calle Peña, un poco más adelante, se hizo con Cautivo en su soledad, mientras que se eligió Amaneceres para entrar en Carretería y todo un acierto para entrar en el Centro.

La nueva cofradía del Rocío que ha surgido tras el cambio de hora también incluye más nazarenos. Muchos jóvenes, que van labrando así su devoción. Paso a paso. Tanto en las filas moradas del Cristo como en las blancas de la Virgen.

El hecho de que esta devoción sigue calando en la ciudad se muestra en dos mosaicos inaugurados ayer en el Centro durante el recorrido procesional.

@Miguelferrary