Cuando suenen los primeros toques de campana y la Virgen del Rocío Coronada se asome a la Victoria entre vítores de guapa, Luis Cazorla sabrá que las siguientes nueve horas serán las últimas que pasará bajo los varales del trono del Rocío. Una imagen que lleva portando desde que tenía 18 años y que ahora, tras 37 años de lealtad, deja en manos de su familia. Cinco de sus hermanos (Javier, Miguel, José, Jesús y Carlos), un primo (Ángel) y sus dos hijos (Luis y Miguel Ángel) forman parte de los más de 260 hombres que cada Martes Santo llevan a la Novia de Málaga por las calles de Málaga.

Vecino de Fuente Olletas, Luis lleva toda su vida tras la barra de la cafetería más popular de la plaza. La devoción por María Santísima del Rocío Coronada también le viene de lejos. «Casi era un niño cuando entró en la cofradía y desde entonces no ha fallado ni un solo año», cuenta uno de sus hermanos.

Pero hoy, Martes Santo, no será un recorrido más. Será la última vez que Luis se coloque bajo el manto blanco para vivir la pasión como hace desde hace casi cuatro décadas. «Se jubila por la edad, no por falta de ganas o fe, son las normas de la hermandad, aunque él seguirá acompañando a la imagen como un hermano más», asegura.

Fue el primero de toda la familia que quiso formar parte de la hermandad de San Lázaro. Poco a poco, fue transmitiendo su sentimiento a sus hermanos y, ahora, el que menos tiempo lleva como portador suma ya más de una veintena de desfiles procesionales. «Ser hombres de trono de la Virgen es una especie de tradición familiar para nosotros, lo mismo ocurrió cuando mis dos hijos pudieron incorporarse y así queremos que siga sucediendo», explica. Los Cazorla hablan de «una herencia» que quieren perpetuar en el tiempo, «que se transmita de padres a hijos para que no se pierda nunca. Gracias a Luis toda la familia está muy implicada con la cofradía, él fue el primero en entrar y también será el primero en salir».