La lluvia y el frío deslucieron las jornadas cofrades del Domingo de Ramos y el Lunes Santo. El Martes Santo, sin embargo, fue redondo. En palabras de un cofrade, ayer las hermandades rizaron el rizo. Todo salió a pedir de boca salvo un leve aguacero que descargó a las cinco y pico de la tarde. Luego, aunque hacía cierto aire, el Martes Santo reclamó su espacio propio con la voz vigorosa, fuerte y sostenida de los capataces y mayordomos, un día en el que hubo estampas de gran sabor cofrade y momentos en los que las hermandades hicieron auténtica catequesis en la calle, cada una con su sello: la sobriedad y la impecable puesta en escena de las Penas y la alegría y el saber hacer de la hermandad de Nueva Esperanza, un barrio que se funde con su hermandad.

Penas | Silencio en Pozos Dulces

En la plaza de la Virgen de las Penas no cabía un alfiler a eso de las seis de la tarde. A la hora en punto, como mandan los cánones, se abrieron las puertas de Oratorio de Pozos Dulces y el murmullo de admiración creció para volver a decrecer rápidamente y convertirse en silencio respetuoso, sólo roto por el ruido de los pasos de los penitentes. Los nazarenos se abrían paso entre el gentío, sin banda de cabeza. Sólo la cruz guía como testigo de íntima penitencia, un aldabonazo a los débiles de fe. La sobriedad del cortejo impresionaba.

El Señor de la Agonía, el impresionante crucificado de Francisco Buiza, esperaba en su trono la hora de salida como quien espera la expiración final, la redención. Bajo el dintel de la puerta del Oratorio de Pozos Dulces, el Señor miraba a la plaza con piedad. La Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza interpretaba, tras el Himno Nacional, Ora pro nobis. Es difícil describir con palabras la dulzura de la mecida, la precisión con la que capataces y mayordomos describieron la curva en una plaza repleta de gente (en la que para algún guardia civil sólo sobraba la prensa, todo un clásico ya en nuestras procesiones), la estrechez del enclave y el avance lento, agónico casi. La segunda marcha, elegida en esta ocasión para dar la curva a calle Fajardo, fue Cristo del Amor. Ahí sí que se rizó el rizo. Espectacular en su contención, los hombres de trono la bordaron.

Detrás, la Virgen de las Penas esperaba su turno bajo el dintel de la puerta del Oratorio de Pozos Dulces. La salida fue de diez. La dificultad esta vez crecía exponencialmente, sobre todo por el palio. Había pocos centímetros entre los hombres situados en los varales exteriores y la puerta en sí. Sólo la voz del mayordomo se alzaba por encima del resto. La Virgen del manto de flores avanzaba lenta. Para salir, la Agrupación Musical Utrerana interpretó María Santísima de las Penas. La cruceta musical de esta cofradía siempre es un acierto.

Este Martes Santo, la dolorosa llevaba un manto alusivo al Año de la Misericordia: con un sol y las espigas de trigo con el lema Charitas. Por la mañana, se realizó la tradicional ofrenda floral a la dolorosa, en cuyo manto han trabajado seis jardineros municipales durante muchas horas los últimos días en su confección, hecha con más de 14.000 flores. El ciprés se trajo del Jardín de la Concepción y se usaron, entre otras, claveles y rosas rosas, margaritas amarillas y espigas de trigo. Además, hubo un cambio en el itinerario incorporando al recorrido la plaza del Obispo, por ejemplo, o calle Nueva a la vuelta. Tanto el Señor como la Virgen lucieron crespones negros en las respectivas campanas en señal de duelo por los atentados de Bruselas.

Nueva Esperanza | Un barrio, una cofradía

Un barrio entero apostado a las puertas de Santa Ana y San Joaquín aguardaba la llegada del Nazareno del Perdón y María Santísima de Nueva Esperanza. Los vecinos de Nueva Málaga están muy orgullosos de su hermandad y quisieron dar fe de ello acudiendo en masa a la salida de sus titulares. Los niños se colocaban en primera fila para tenderle la mano a los nazarenos y sus madres les recordaban que Nueva Esperanza haría el recorrido oficial. Era su día grande.

No se hicieron esperar. Con paso firme el Cristo y la Virgen se echaban a la calle para emprender el itinerario más largo de toda la Semana Santa malagueña. Sonaba Nazareno del Barrio y el Señor cargando con la Cruz, camino del Calvario, emprendía su camino sobre un monte morado de eryngium, iris, rosas, calas y anthurium, elegido por el mayordomo de la dolorosa, junto a un crespón negro por los atentados en Bruselas.

Camino de Castillejos, Magistrado Salvador Barberá, Carril de Gamarra y Las Chapas fue el recorrido de la joven cofradía hasta llegar a la ermita de Zamarilla. Se vivieron allí grandes momentos, sonaba Bajo el Peso de tu Perdón cuando las hermandades realizaron una ofrenda floral para seguir con una oración y una declaración de intenciones: sellar su unión. Se escucharon, además, muchos aplausos y alguna saeta espontánea. Fue entonces cuando la Banda de Música Consolación de Huelva, que acompañaba por primera vez a la Virgen de manto verde, comenzaba a interpretar Encarnación de la Calzada mientras el trono proseguía con paso firme el camino de su Cristo. Estrenaban también el ropaje de los acólitos, paños de bocina, bastones y color de velas, verdes delante de la Señora, y moradas y blancas, delante del Nazareno. Habían pasado algo más de dos horas cuando el cortejo llegó a la Basílica de la Esperanza para protagonizar otra de las imágenes más emocionantes de la tarde. Sonó entonces En tu Perdón Reina una Nueva Esperanza de Jesús Jiménez, una marcha nueva que tocó la Agrupación Musical Ecce Mater de Cádiz. Ya les quedaba poco para adentrarse en el Centro y emprender su deseado recorrido oficial.