Como estamos crucificados los tres a muy escasa distancia, voy a tener la valentía de dirigirle la palabra: "Acuérdate de mi cuando estés en tu Reino". Al oír mi petición, se me ha quedado mirando, de esa forma como Él mira, que te hace sentir toda la misericordia divina encerrada en sus ojos y me ha contestado: "Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso". Se ha apoderado de mí toda la fuerza del perdón de Dios y en este momento toda mi atención se centra en la forma en que Jesús afronta la muerte y me doy cuenta que junto a Él pende Gestas y cómo, al cruzar sus miradas, éste cambia su semblante, y cómo por sus mejillas se deslizan dos lágrimas. Puedo oír algo que Jesús le dice pero sólo entiendo una palabra: "Paraíso", y comprendo ha recibido la misma respuesta que yo.