Hay cofradías que hacen, a la vez, apostolado en la calle y que sientan cátedra semanasantera con cada salida. La Sangre es una de esas hermandades que deja claro cada noche de Miércoles Santo quién manda; la noche de ayer fue importante porque la Virgen de Consolación y Lágrimas estrenaba palio, realizado por Juan Rosén sobre un diseño de Eloy Téllez; y además presentaba la culminación de su dorado, llevado a cabo por Manuel Calvo. Y la cofradía estuvo, sin duda, a la altura de las circunstancias, venciendo a la amenaza de lluvia, que se atenuó a medida que pasaba la tarde; y superándose a sí misma en entrega y trabajo, regalando a una Málaga entregada momentos de inigualable sabor cofrade. Fue una noche inenarrable, por poner un adjetivo que no consigue explicar a la perfección lo que significó ayer la estación de penitencia de La Sangre.

Ya una hora antes de salir, había gente en la calle Dos Aceras. Las puertas de la casa hermandad estaban abiertas; la candelería de ambos tronos estaba encendida, y los varales delanteros del Cristo ocupaban media calzada.

Uno de los mayordomos de la Virgen explicaba minutos antes de hacerse a la calle lo especial que era para la cofradía de San Felipe Neri estrenar el palio de una dolorosa bella donde las haya; y lo que supone salir a la calle después del Miércoles Santo de 2011, en el que no pudieron procesionar por la lluvia, la maldita lluvia que el año pasado arruinó la Semana Santa.

Diez minutos antes de la salida, la Banda de Cornetas y Tambores de Bomberos rompió los murmullos del gentío que se agolpaba a las puertas de la casa hermandad con Cristo de la Sangre; Jesús, crucificado, recibe la lanzada de Longinos en el costado. El grupo escultórico es impresionante, casi tanto como la complejísima maniobra de salida. El trono ha de dar la vuelta en la calle, de reducidísimas dimensiones, para embocar después Carretería. La maniobra tarda en torno a cinco minutos, y ayer, los hombres de trono, su mayordomo y los capataces volvieron a bordarlo.

Es verdad que el acompañamiento musical hace mucho, y la agrupación San Lorenzo Mártir engarzó varias marchas tras el Himno Nacional: Reo de muerte y La Saeta, esta última interpretada en dos ocasiones, hasta que el trono del Cristo de la Sangre estaba orientado hacia Carretería, en la que, por cierto, no cabía un alfiler. La maniobra se realizó sin que se parase en ocasión alguna, del tirón, y con un saber estar y conocimiento cofrade importante. De diez. O de dulce, que diría un castizo. Luego, quedaba mucho recorrido por delante.

La Virgen de Consolación y Lágrimas, exornada con gusto y clase con lilium estargarce, salió con el Himno Nacional y realizó la misma maniobra que su Hijo con Mi consuelo son tus lágrimas, a cargo de la Banda de Música de la Paz. El palio llamó la atención de muchos de los cofrades que se dieron cita en Dos Aceras al filo de las nueve de la noche, aunque llamaba la atención, y mucho, la espectacular candelería, que aportaba, aún más si cabe, una luz especial que reflejaba con gracia la belleza de la dolorosa a la que, por cierto, se le dedica la marcha procesional más antigua que se conoce en Málaga: Stabat Mater (1929). Los aplausos premiaron el buen hacer de La Sangre.