De los barrios, al centro. Sin embargo, ayer salieron dos de las cofradías afincadas en el corazón de la ciudad: la Paloma y la Sangre. Cercanas en tiempo y distancia ambas llenaron Carretería al poco de salir de sus casas hermandad en medio de una gran expectación. Complicadas maniobras para sacar a la calle cuatro de los tronos más grandes de nuestra Semana Santa.

Paloma, mil palomas más una

Las tradiciones se arraigan cuando hay un poso popular que lleva a repetirlas año tras año. Cuando personas de distintas generaciones y condición se unen para repetir el rito. Así se vivió ayer por la mañana en la casa hermandad de la Paloma, donde se repartieron alrededor de mil palomas entre los malagueños, que llenaron la plaza de San Francisco para solicitar la caja con las aves. Un millar de pájaros, procedentes del interior de la provincia, se distribuyeron con un objetivo, que ganaran el cielo al paso del trono de la Virgen de la Paloma. La tradición se revivió de nuevo y asegura su continuidad.

La Paloma presentó una importante novedad, como otras cofradías del Miércoles Santo, como fue recuperar en su itinerario la antigua Curva del Águila y actual de La Opinión, lo que permitió vivir momentos especiales, como la petalada sobre la Virgen en una curva que parece que se agrandó para dar cabida a las dimensiones fuera de toda medida del trono de la Paloma.

Ese es el gran efecto óptico de esta cofradía, que parece que las calles se hacen de chicle para que entre un trono que parece que no entra. Pero en realidad es el resultado de un trabajo de mayordomos y capataces que han asentado su trabajo con los portadores de trono.

La cofradía de la Paloma tiene dos caras. Una serena y seria, la que transmite el Señor de la Puente Cedrón, un ejemplo de elegancia y contención frente a la expresividad fea y exagerada del Berruguita. Este trono, con un dorado que gana en las últimas horas de la tarde, hizo un primer tramo espectacular a los sones de Cristo del Amor y Soledad de San Pablo, con las que salió a Carretería con la interpretación de la Banda de Cornetas y Tambores Coronación, de Campillos.

La Virgen de la Paloma salió precedida por largas filas de nazarenos. El sonido del palio al moverse, con los rosarios que lleva sujetos de las macollas golpeando contra las barras de palio, se empezó a oír en las primeras maniobras, donde el aplauso inicial dejó paso al asombro y respeto por el trabajo que realizan sus hombres de trono. La marcha Virgen de la Paloma se dejó escuchar una veintena de veces, reclamando así esta gran partitura como patrimonio de la cofradía malagueña.

Sangre: Dos Aceras, al milímetro

La Archicofradía de la Sangre cuenta en su haber con más de medio siglo de historia. Una historia que cambió el día en que se trasladaron a la casa hermandad de Dos Aceras, donde la calle está medida al milímetro y donde nada escapa de lo previsto. A la hora convenida los archicofrades de la Sangre avanzaron sus tronos hasta tomar gran parte de la vía pública. Varales inmensos cuyos huecos es necesario llenar para portar los grandiosos tronos de esta hermandad, que siempre ha apostado por el estilo del siglo pasado. Mientras los nazarenos rojos salían de San Felipe Neri, los portadores se preparaban para una de las maniobras más complejas de nuestra Semana Santa: un giro de alrededor de 240 grados para llevar a sus Sagrados Titulares con el pueblo malagueño. La Vera Cruz de Campillos, que acompañaba al Cristo de la Sangre interpretó la Marcha Real. Después hizo lo propio con La Saeta. Mientras sonaban los acordes de esta composición, maniobras y órdenes de capataces. Aunque pareciera que sus portadores no lo necesitaban a tenor de su experiencia año tras año. Se puso el Señor al que Longinos a caballo clavó su lanza frente a calle Gaona y parecía querer volver a su altar en la iglesia. El público, más comedido que de costumbre y menos aventurero en las formas, permitió las maniobras sin dilación. Dentro, la dolorosa ya arriba con la candelería en uve encendida mientras parecía ser acunada.

Una vez el crucificado se escapó por Carretería, los nazarenos malva de la sección de la Virgen iluminaron el camino de la dolorosa, que avanzó con Consolación y Lágrimas de la Banda de la Paz y, más tarde, con Reina de todos los Santos. A modo de detalle, la Virgen llevaba consigo un rosario que perteneció al que fuera obispo de Málaga José Molina Larios en el siglo XVIII por expreso deseo de la familia. 240 años de historia sumados a otros quinientos. Casi nada.