Fue de las primeras en tener su casa hermandad, aunque más bien era un salón de tronos que ni siquiera servía para resguardar a los dos cuando se le ponían los varales para salir cada Jueves Santo. Pronto, muy pronto, se quedó pequeña, y la cofradía tuvo que alquilar varios locales para poder llevar a cabo su actividad diaria. Muchos años han pasado y por fin, dentro de cuatro días, la Misericordia inaugurará y bendecirá su nueva sede junto a la parroquia del Carmen. Los hermanos dan los últimos toques y culminan los preparativos para que esté todo listo cuando termine la función principal el domingo.

El hermano mayor, Rafael Terol, reconoce que son días de especial ajetreo, aunque la ilusión por el proyecto compensa. No en vano, la cofradía esperó durante algo más de una década la cesión de este solar para construir su casa hermandad. Ahora puede hacer uso de él durante los próximos 75 años. En diciembre de 2010 se ponía la primera piedra del edificio, diseñado por el arquitecto Enrique Mapelli.

La casa hermandad, de 445 metros cuadrados, se divide en un gran salón de tronos, donde podrán estar en paralelo, una amplia balconada en la entreplanta y un salón de actos en la planta superior, además de una azotea visitable, que ocupa todo el edificio.

Los despachos se llevarán a la antigua casa hermandad, donde se desarrollará la gestión administrativa y se trasladará la albacería. La cofradía abandona así los dos locales, uno en la plaza de la Misericordia y otro en la calle Peregrino, que tenía alquilados por falta de espacio. Se ahorrará unos 1.200 euros al mes, según Terol.

«Esperemos que a partir de ahora la vida de la cofradía cambie y sea más rica, además de que podremos exponer nuestro patrimonio de una forma mucho más digna», explicó el hermano mayor. El director espiritual de la corporación, el claretiano Amador Núñez, será el encargado de bendecir las instalaciones.