Con la Semana Santa asomándose, y antes de despedirme, quiero cumplir con esa labor de servicio público que siempre he soñado con ejercer desde un medio de comunicación. A continuación les regalo un glosario de términos que he aprendido a lo largo de los años. El propio neocof es un modernismo que acabo de acuñar: neocofrade. Me gusta. Algunos términos son propios y otros son fruto de conversaciones con gente que entiende del tema mucho más que el menda:

- Literahartura: Esa guerra por ganar que es la literatura cofrade. La literahartura es aquella que cansa con el olor del azahar, la intemporalidad absoluta y ese Jerusalén malacitano que cada año presta sus calles para que se conviertan en el escenario de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús (introduzcan aquí una cerrada ovación cofrade). Éste se lo debo a Barbeito, surgió en alguna de las conversaciones de esta Cuaresma.

- Politicofrade: Dícese del cofrade que utiliza a las hermandades para su mayor gloria y honor. Es interesante verlos revolotear en los actos oficiales al calor de la vara de mando municipal, o en quien delegue, claro.

- Caspillita: Término que engloba a buena parte del orbe cofrade. Suelen incurrir, inconscientemente, en graves contradicciones. Son aquellos que intentan esconder a su mano izquierda lo que hace la derecha. Viven en un mundo irreal, con ideas ultramontanas, las persianas bajadas y los armarios cerrados.

- Estetas: Manos necesarias para la Semana Santa. Su relación con los caspillitas es extraña, algunos incluso, sabiéndolo, forman parte de ambos grupos. Paradójico, todo muy políticamente correcto.

- Cofrade anti-cofrade: A este no le queda más que ser cofrade porque le gusta el folclore, lo acepta por tradición, pero está asustado de la podredumbre de cierta casta del rico mundo interior en que viven sus congéneres cofrades.

Coda: Adiós muy buenas, que pasen una Semana Santa de recogimiento y contrición. O no.