Llegados al ecuador de la Semana Santa, es Miércoles Santo y lo que viene sucediendo día tras día se volverá a repetir, pero para nosotros, los cofrades, los nazarenos, ese repetir es totalmente diferente y se renueva cada día de la semana y se hace presente en las calles malagueñas. El ser nazareno, imprime carácter, todo cofrade es nazareno por naturaleza, participa en la procesión penitencial de muy diversas maneras, como hermano de insignia, hermano de luz o como hombre de trono llevando sobre sus hombros a sus sagrados titulares.

El día de la salida procesional, se convierte en el día de la renovación de nuestras creencias y del compromiso cristiano con nuestra hermandad. Promesas que para los hermanos de la Puente y la Paloma, son renovadas en la mañana de cada Miércoles Santo, comenzando con la tradicional misa entre varales, ante nuestros sagrados titulares, con la mirada fija puesta en Jesús de la Puente y el corazón abierto a María Santísima de la Paloma, a los que les presentamos nuestros desvelos e inquietudes con el convencimiento, que ellos sabrán ayudarnos y guiarnos, y nos darán las fuerzas necesarias, para poder seguir siendo nazarenos, nazarenos todos los días del año.

Ya está todo preparado y a la hora indicada, se procede a la apertura de las puertas del oratorio y en su pórtico se enmarca la cruz guía flanqueada por cuatro faroles, insignia que abre el cortejo procesional y aunque, se repite año tras año, no pierde un ápice de expectación el momento en que las imágenes de Jesús de la Puente del Cedrón y la Virgen de la Paloma sobre sus majestuosos tronos, cruzan la estrecha callejuela que une la recoleta plaza de San Francisco, con la calle de Carretería, encontrándose con el pueblo que un año más los espera fiel a la cita.

Un año más, para estar con ellos y rezarles y pedirles y vitorearles. Un año más, para acompañarlos e intentar mitigar el sufrimiento del Redentor y el de su Madre. Un año más para dar gracias de poder estar y sentir junto a Jesús de la Puente y la Virgen de la Paloma. Reconfortantes vivencias, que se quedan grabadas en la memoria y en el corazón de los cofrades de la Puente y la Paloma, dando sentido, al ser nazareno y en las que se ve recompensadas, los sacrificios y trabajos de todo un año.

Queda aún un largo recorrido por toda la ciudad y en el peregrinar por las calles, cuando la luz se atenúa, el aire se sosiega el incienso perfuma el ambiente, no deja de ser fiel a su cita la Virgen de la Paloma al convento de las Hermanas de la Cruz, en la plaza de Arriola, sabedora de la misión encomendada por su fundadora Santa Ángela de la Cruz en el cuidado a enfermos necesitados, asistiéndolos en sus necesidades espirituales y materiales y para nosotros los nazarenos de la Puente y la Paloma, recobra aún más sentido esta visita, pues nos identificamos con el mensaje que nos dan las hermanas, la visita termina con el rezo cantado a la Virgen.

Y cuando la cofradía transita por la calle Larios y la plaza de la Constitución, no cabe nadie más, Jesús de la Puente y la Virgen de la Paloma lo llenan todo, el cielo se cuaja de plegarias en forma de palomas que revolotean buscando el cobijo de la Señora, que sabedora de lo que cada una porta, las acoge bajo su palio y se las presenta a su Hijo. Se escucha la marcha Malagueña Virgen de la Paloma, que se interrumpe por el rezo de las saetas que hacen estremecer los corazones de los fieles y devotos que le rezan y admiran, y cuando todo esto sucede delante de nosotros, nos quedamos sin aliento y no podemos reaccionar, quisiéramos que este momento no pasase y cuando volvemos por un instante a la realidad, nos damos cuenta que todo pasó.

La procesión sigue su majestuoso y lento caminar, iluminado por largas filas de nazarenos portando cirios, atrás queda calle Carretería, que al paso de la cofradía, se va quedando vacía, todos la siguen y quieren llegar a la capilla acompañándola, para no perderse la última mirada a Jesús de la Puente y el último adiós de la Virgen de la Paloma antes de que las puertas se cierren, parece que es el final, pero los cofrades sabemos que no es así, pues Ellos están esperándonos todos los días del año en su capilla de la plaza de San Francisco.

* Fernando Valero del Valle es teniente HM de la Paloma