La noche del Viernes Santo es de cofradías tradicionales, que aportan un sello muy consolidado y hunden sus raíces en la historia de la ciudad. Amor, Piedad y Servitas, junto al Sepulcro, se encargan de cerrar las procesiones de Pasión de Málaga y a la espera de que la salida del Resucitado aporte el epílogo perfecto a la conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesús. Con mejor horario y los itinerarios más engrasados, las cofradías de la noche del Viernes Santo no tuvieron más que preocuparse por llevar la procesión a buen término. Algo que cumplieron muy por encima.

AmorRenovación de fe

La cofradía del Cristo del Amor y la Virgen de la Caridad volvió a hacer ayer una auténtica demostración de cómo ha de ponerse una procesión en la calle y de cómo la Victoria siempre responde a sus hermandades con un enorme sí, repleto siempre de oración. Ayer era un día especial para esta hermandad, porque, entre otras cosas, estrenaban todos los equipos de nazarenos en los que el negro sigue siendo el color destacado, se introduce un capirote en forma de esclavina y la correa agustina. Éstos han sido confeccionados por el modisto de alta costura Rafael de Urquízar. Tal vez lo que define a esta corporación sea ese corazón inflamado en el centro en terciopelo rojo y realce dorado. Para los cargos, se mantiene se han mantenido los colores blanco y negro. El otro estreno de 2015: la campana del Cristo.

Una vez más, poco antes de las seis de la tarde había miles de personas en Fernando el Católico esperando que los tronos se hicieran a la calle. La cruz guía y los nazarenos salieron desde la calle Conde de Tendilla. Abriendo la procesión la Banda de Cornetas y Tambores Santa María de la Victoria, que interpreta Amor de Madre. El negro de las túnicas invade la vía dando testimonio de íntima penitencia. En la casa hermandad, los tronos aguardan su salida. Tras el Señor del Amor la Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza. Con el Cristo ya en la calle, y para dar la curva, se interpreta la marcha dedicada al crucificado que tanta fama ha adquirido.

El Señor lleva un magnífico exorno floral, en el que destacan los claveles vino tinto sangre de toro, calas moradas tirando a negro y hortensias. Ya más adelante, cuando el trono se despide de Fernando el Católico, donde ha recibido petaladas y ha sido mecido entre aplausos, Réquiem, preciosa marcha que rompe el murmullo de la tarde.

La Virgen de la Caridad luce bellísima sobre su trono, con la candelería encendida y rosas rosa. La Señora sale a pasito corto, describiendo una curva bien trazada, a ratos meciéndose a ratos avanzando, mientras la Banda de Música de la Expiración interpreta Ubi Caritas. Sin tirones, todo despacito, como mandan los cánones. La saya de la dolorosa este año se ha pasado a un tisú nuevo en los talleres de Felicitación Gaviero. Luego, para proseguir por Fernando el Católico la marcha dedicada a la Virgen. Amor y Caridad volvió a realizar una gran procesión con su impronta.

PiedadLa visita devuelta

El Molinillo rinde visita prácticamente diaria a la que es Reina sin corona de la Cruz. Pero el Viernes Santo es al revés, y es la Virgen la que recorre sus calles antes de coger Ollerías de camino al Centro. Y la respuesta es masiva, como no podía ser de otra forma. La Piedad. Tan de Málaga. Tan de Palma. Tan años 20. La silueta de una madre que recoge el cuerpo inerte del Hijo recién bajado del madero, sobre alfombra morada de lirios. Muy alta, de escorzo indescriptible y con tanta pena que ni lágrimas surcan sus mejillas.

La cofradía muy compacta, cada año con más nazarenos. Rigurosa y seria. Bajaba por Carretería dejando espacio al Amor, que rodeaba por la plaza de Camas, para incorporarse inmediatamente después en la Alameda. La sección de nazarenos prestando escolta al antiguo estandarte de Burgos Oms, restaurado, y que es una recreación de unos orígenes que están muy presentes. Y una hermandad que ha aprendido a ser de Viernes Santo, adaptando las formas al misterio que representa, con gran sabiduría y acierto y de un tiempo a esta parte. Y eso se nota.

El trono lucía un bastón con un crespón negro en el frontal, en memoria de Sor Florido, directora del Colegio La Goleta, fallecida, y con la que la hermandad mantenía estrechos lazos.

El repertorio musical elegido también contribuye a realzar los valores de un grupo escultórico que sobrecoge por donde pasa, como Cristo de la Agonía para entrar en Carretería. La relación de la hermandad con la banda de música de Zamarrilla es ya larga, prolija y fructífera. Ambas formaciones entienden bien la música apropiada que se merece este lance en la vida de María, sobreviviendo a su Hijo. Hasta el toque de campana, tan metálico, tiñe su sonido de luto. Y el público, que llena las aceras, calla, se presigna, ora o agacha la cabeza en señal de respeto. Más dolor no es posible en el corazón de cedro de esta imagen que estremece y eriza el vello. Que provoca respeto y que contagia, pese a al sufrimiento padecido, sosiego y reposo.

ServitasSilencio y oscuridad

«Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona», relata San Lucas en su Evangelio sobre la muerte de Jesús. En Málaga la oscuridad se hizo a partir de las 22.30 horas, cuando el cortejo de los Siervos de María (Servitas) empezaron a salir del interior de San Felipe Neri. Largas filas de nazarenos con túnica negra y largas velas como única luz para el camino de la Virgen de los Dolores. Sólo el rezo de la Corona Dolorosa de la Virgen, el crujir del pequeño trono de la dolorosa y los tambores que marcan el paso a los portadores se dejaban escuchar al paso del cortejo por el Centro. Bueno, eso y las peticiones de silencio para acallar a cualquier despistado que hablara demasiado fuerte. Incluso hubo un conato de pelea entre dos mujeres en la esquina de Guerrero con Dos Aceras que fue callado por el público, consciente de que el respeto a guardar era máximo y no cabían salidas de tono. Las luces se apagaron en casi todo el recorrido de Servitas, lo que no evitó que en algunos puntos pasara con más iluminación de la habitual.