Nazarenos capirotes burdeos y celestes. Túnicas de terciopelo negro y fajín para ceñirla al cuerpo. Sandalias. Escapularios con el escudo bordado y báculos en vez de bastones. En la cofradía del Santo Traslado y Soledad de San Pablo todo es algo diferente, distinto. Casi sacados de una máquina de tiempo que nos hubiese trasladado un siglo atrás. Es tan necesaria como única. Trinitarias y familiar, su salida es un ir y venir de niños, madres, padres, abuelos, una túnica que arreglar de última hora, el bocadillo para coger fuerzas y el beso de despedida. Es un barrio en una cofradía o una cofradía que resume un barrio. Tanta es la fusión, que sus bandas son la de Cornetas y Tambores Jesús Cautivo y la Sinfónica de la Trinidad, de su cofradía hermana.

El puente de la Aurora es la frontera entre la Trinidad y el Centro. Lugar de gran simbolismo para las hermandades trinitarias. No lo es menos para esta hermandad. Su paso supone dejar la casa para visitar al resto de la ciudad. Paso lento en los tronos antes de entrar en la Ramoa de la Aurora.

El trono de la Soledad de San Pablo entró con la marcha 'Macarena', de Cebrián. Paso suave, gustándose, curva perfecta y cuerpos derechos. Orgullo trinitario llegando al Centro. Y mucho público para recibirlo. El trono, restaurado, brillaba en sus dorados y plateados, con una estética que hay que dejar reposar. Quizás es cuestión de acostumbrarnos el ojo.

El trono del Señor entró también perfecto. Con la música de la banda Jesús Cautivo, que gana con el tiempo un poso de veteranía y profundidad musical muy interesante. Sonó 'En tus brazos mi consuelo' para entrar en el Pasillo de Santa Isabel, dándole el toque justo de tensión dramática con la música para un grupo escultórico que ganó mucha calidad con su renovación en tallas y vestimenta.