Cuerpos rectos y paso lento. Mecida cadenciosa. No se pierde el paso. El trono del Cristo del Amor llega a la Tribuna de los Pobres. Llevan casi tres horas de procesión, además las más calurosas, pero parece que acaban de salir a la calle. Suenan los primeros compases de 'Cristo del Amor', interpretada por la Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza (una de mis marchas preferidas por una de mis bandas preferidas, si me permiten la confesión personal).

Los hombres de trono se cuadran más si cabe. Hay que llevar mejor que perfecto el trono en ese momento y lo saben. Y lo hacen. Termina la marcha. Sonrisas. Al Amor hay que cuidarlo y sus portadores lo cuidan.

Pero no son los únicos. Largas filas de nazarenos con túnicas ceñidas por el cinturón agustino muestran el arraigo de esta cofradía entre los jóvenes. Se ve que muchos sin hermanos que están creciendo y haciéndose cofrades en la hermandad victoriana. Hay futuro.

"Ubi caritas et amor, Deus ibi est'. Así reza la canción que los portadores de la Virgen de la Caridad entonaron en el tramo final de Carretería y que es santo y seña de esta cofradía. "Donde está la Caridad y el Amor, está Dios". Así salieron de Carretería, aunque no fue menos la entrada a la Tribuna de los Pobres con la marcha 'El Evangelista', interpretada por la Unión Musical Maestro Eloy García. Paso corto, tres medidas y paso corto. Avanza varios pasos. Mecida. Pasos atrás. La marcha sube y paso largo adelante. Aplausos y la Virgen de la Caridad avanza hacia Fernán González.

Esta Virgen, por cierto, presentó un delicado exorno de rosas rosas, parecido al del Monte Calvario, que realzaba la belleza de un conjunto muy armonioso. El brillo que arranca cualquier rayo de luz en el palio es uno de esos pequeños detalles que completan su conjunto.