Calle San Juan. 17.50 horas. En los alrededores de la iglesia del mismo nombre -desde donde salieron Lágrimas y Favores y Fusionadas el Domingo de Ramos y el Miércoles Santo respectivamente entre un bullicioso público- esta tarde de Viernes Santo toca silencio. Y es que la cofradía de los Dolores destila oración y recogimiento. Es la hermandad 'de negro' por excelencia.

Desde el interior de San Juan comenzaron a salir al borde de las seis de la tarde filas ordenadas de nazarenos vestidos de negro, cinturones de esparto y portando cirios rojos.

Delante del Cristo de la Redención, la capilla musical Virgen de los Dolores, que se encarga del acompañamiento de los tronos con suave melodía, aunque de fondo se escuchaba también el repique de campanas de la iglesia.

El trono avanzó por calle San Juan bajo las órdenes de sus capataces que, conscientes de dónde estaban, no daban las órdenes a gritos. "Un paso a la izquierda", hablaba uno de ellos con los portadores. Tras el Señor llamaba la atención el tramo de 25 cruces que lo acompañaban detrás de su trono procesional. A continuación la sección de la Virgen fue tomando la calle con su silencio e imponente estampa de nazarenos.

La Virgen de los Dolores lució por segundo año su espectacular manto, una pieza diseñada por Fernando Prini y ejecutada en el taller de Manuel Mendoza. A su salida y al final de la calle San Juan le cantaron dos saetas mientras el trono avanzaba muy despacio. A su término siempre hubo alguno que otro aplauso, pero la mayoría del público de Málaga sabía a lo que iba y reclamó silencio.