Aunque no ha cesado en absoluto su actividad colaborando con unos y con otros y actuando en directo, seis han sido los años transcurridos desde el debut en solitario de Sho-Hai (Sergio Rodríguez Fernández, Zaragoza, 1976). Un largo período que ya ha llegado oficialmente a su fin con el lanzamiento este viernes de La última función. Una esperada segunda entrega del rapero zaragozano, clásico indiscutible del género en nuestro país después de más dos décadas de andadura musical, primero con Bufank, después con Violadores del Verso y desde hace algo más de un lustro con su actual etapa solista, en la que ahora empieza a escribir un nuevo capítulo.

«Estoy muy contento porque está gustando bastante a la gente», asegura, antes de explicar que este regreso «suena bastante más potente» que su debut en solitario de 2011. «El anterior también lo mezcló R de Rumba, pero aquí le hemos sacado más partido a los compresores y a todos los aparatos que él maneja tan bien», apunta.

A este respecto, recalca que «suena muy compacto y está todo muy bien nivelado», al tiempo que pone en valor que en unas cuantas canciones han metido a «Marcelo Fuentes como bajista, con guitarras de Carlos Porcel, y alguna trompeta también». «Aparte del sampler, hemos querido adornarlo un poquito más con músicos tocando», apostilla.

En lo que se refiere a los textos, admite Sho-Hai que es «bastante autobiográfico, por no decir siempre», y aclara que en muchas ocasiones cuando habla «en tercera persona» en realidad se está refiriendo a él mismo: «Son vivencias, sentimientos, estados de ánimo que hay que sacar de alguna forma y plasmarlo en el papel. No me suelo cortar, nunca lo he hecho».

No faltan colaboraciones jugosas en La última función, protagonizadas por Xhelazz, Hazhe, Ossian, MoSS o Hashfinger. Pero en este apartado hay dos nombres que destacan sobre el resto, como Soziedad Alkoholika en Dando brea: «Es la canción más cañera y social del disco y quería un remix con ellos tocando a piñón. La combinación de voces ha quedado genial».

Su viejo colega Kase.O, también ex Violadores del Verso, es la otra sorpresa del álbum, según explica Sho-Hai: «Está ya viviendo otra vez en Zaragoza y el roce hace el cariño. Nos hemos ido viendo más y han ido fluyendo las cosas. Se bajaba al local cuando estaba yo grabando y me decía que tenía partes que igual me gustaban para alguna canción. Han sido al final un par de regalos muy guapos».

En líneas generales, se muestra el aragonés encantado con su momento actual, pues afirma sentir «la misma ilusión que hace veinte años»: «Es acabar una letra de madrugada, que es cuando me gusta escribir, y me voy a la cama con un subidón y deseando levantarme al día siguiente para continuar». Esas letras han terminado en las quince canciones de un álbum en el que no falta la competitividad inherente al hip hop, apuntalada en Severo correctivo, feroz tema en el que Sho-Hai escupe al micro sentencias como «¡fuera del rap cabrón!». «Son frases muy solemnes para sacar los galones», afirma. Y aún añade, sin dar nombres: «Se puede decir que ese es el tema más de chafar rapers con el dedo pulgar hacia abajo, con ese tono ultra vacilón. Ahora hay muchos raperos haciendo el paripé por ahí y no puede ser eso. Esta canción es para dar un golpe en la mesa y poner un poco de orden. Hay muchas cosas que escucho y me pregunto qué demonios está haciendo esta gente».