Pocos recuerdos le quedaron a Ramón Donate de la Barrera-Caro (1909-1978) de su Constantina natal, el pueblo sevillano del que salió con solo tres años. «Siempre se consideró malagueño», cuenta su hija Carmen Donate. El padre de Ramón era ingeniero de minas y acudió a trabajar a Málaga. Después de vivir un tiempo en la plaza de la Merced y el Pasillo de Santa Isabel, una dolencia del corazón le empujó a vivir en un barrio con buenos aires y mucho campo como era entonces la Trinidad.

La familia Donate se instaló en 1921 en el actual número 6 de la calle Bailén, junto a una esplendorosa huerta donde hoy se levanta el mercado del barrio. La casa, primero en alquiler, fue comprada por el hijo, Ramón Donate, ya en los años 60, con la llegada de la luz a la calle y aquí nació y sigue viviendo la hija de éste, Carmen, que recuerda que su padre siempre fue «una persona sencilla, culta y muy religiosa».

La religiosidad la pudo expresar en tiempos muy difíciles para los católicos como el año 34, cuando Ramón, de unos 23 años, funda junto con ocho compañeros de Acción Católica la Hermandad de Culto de Nuestra Señora de la Trinidad. El grupo, que tenía como director espiritual al padre Antonio Hidalgo, fundó la nueva cofradía en las aulas de las antiguas Escuelas del Ave María, que entonces estaban en unos terrenos cedidos por el doctor Gálvez en el Pasillo de Natera.

La vida siguió su curso, Ramón Donate se convierte en alférez del bando franquista durante la Guerra Civil, en 1939 llega la imagen de Jesús Cautivo y como él no abandona el Ejército hasta 1942, será su hermano pequeño, José Donate, quien se integre en la primera junta directiva de la hermandad.

Sin embargo, la religiosidad que vive con tanta intensidad este malagueño de adopción no cuadra con la de la mayoría y los nuevos tiempos de la cofradía le empujarán a participar en todo en la vida cofrade salvo en las procesiones. «Lo que le interesaba de la cofradía era el culto, la parte religiosa que antes estaba íntimamente ligada a la vida parroquial. Siempre decía que una cosa era el Ejército y otra la Iglesia y por eso esa mezcla en las procesiones nunca le gustó», destaca su hija.

Monárquico convencido, tampoco estuvo de acuerdo con el nombramiento de Franco como gran mayordomo de honor, de ahí que su vida cofrade, paradójicamente, se interrumpiera cada vez que llegaba la Semana Santa.

Carmen, su hija, recuerda los anuncios del triduo del Cautivo a los que acudía su padre y hasta uno de los primeros calendarios con la famosa talla, en la pared de su casa trinitaria. Una trombosis en 1967 le tuvo apartado de la cofradía que ayudó a fundar hasta su muerte en 1978.

La figura de Ramón Donate, que en la vida civil trabajó en la Confederación Hidrográfica del Sur, no se ajusta al prototipo que algunos han querido ofrecer de los fundadores, explica su hija, que se muestra crítica con el papel que ha jugado la cofradía en la Trinidad: «Se hizo para ayudar al barrio pero el barrio ya no existe, poco está haciendo la cofradía».

De su padre se queda con lo que le comentó un día un vecino: «Tu padre sí que era buena gente, un señor, nunca miró a nadie con recelo ni con desconfianza, con él siempre te sentías persona».