La recuperación de la Semana Santa tras la Guerra Civil española dejo en el olvido, para siempre, algunos elementos que en otras épocas fueron fundamentales, a veces señas de identidad de los mismos vecinos. En otros tiempos, en la mayoría de pueblos de Málaga podían verse representaciones de La Pasión de Cristo, que aún conservan pueblos como Istán, Casarabonela, Riogordo, Alozaina, Júzcar, Benalmádena o Carratraca, pero bastante alejadas de sus orígenes.

Estas representaciones solían llevarse a cabo durante el Jueves y Viernes Santo, por lo general en la plaza de los pueblos o en las naves de las parroquias durante el llamado y también desaparecido acto o Sermón de Las Siete Palabras. Textos en forma de libretos o libros de rimas, con una musicalidad especial y con una puesta en escena creada y desarrollada por los mismos vecinos.

Hoy no se conserva la estética de los orígenes que se remontan, como en el caso de Istán, a 1666 según un documento contable de la Hermandad de Veracruz, el cual se refiere a la compra de incienso y papel de estraza para «el velo del tempo» (que se rompía a la muerte de Jesús), o en Riogordo dónde hay vestigios que remontan a El Paso al siglo XVII. Representaciones que difieren mucho entre lo que fueron y son actualmente. Originalmente estaban basadas en el teatro clásico griego y dónde los personajes no iban a cara descubierta, sino con unas caretas o «rostros», como son más conocidos en el argot de Semana Santa en la provincia y de los que se conservan muy pocas piezas originales.

Estos rostros o caretas estaban fabricados artesanalmente y adaptados a la cara de cada uno de los actores que encarnaban a uno de los personajes bíblicos y que representaban para el pueblo esta catequesis, ya que la población por lo general no sabía leer. Estas representaciones fue vehículo para explicar los acontecimientos recogidos en la Biblia a un pueblo con unas muy profundas creencias cristianas, dónde la participación en los actos organizados por Semana Santa era muy alta.

Estos «rostros estaban fabricados con cartón piedra, policromados con todo detalle y con las cuencas de los ojos vacías. Encima de la cabeza llevaban una media luna de hojalata a modo de nimbo, dónde se podía leer el nombre del apóstol. De allí emanaba una larga melena realizada de pita, teñida de negro o de gris dependiendo del personaje, con bucles grandes, una imagen muy propia del XVIII que recuerda la estética del mismo siglo.

En el caso de los apóstoles, cada rostro era totalmente diferente en sus expresiones y además cada uno de ellos delataba su edad. San Juan rebosaba juventud, poca barba o bigote. En los más mayores incluso podíamos apreciar su experiencia. En Istán el personaje de Jesús contaba hasta con tres rostros diferentes: uno para el Jueves Santo, con una expresión severa; el del Viernes Santo estaba cubierta de heridas y sangre, tal como correspondía los momentos más duros y a la crucifixión; y la del Domingo denotaba a un hombre lleno de gloria y alegría.

Reliquia familias

En Alozaina, la familia de Juan Sepúlveda Navarro, que encarnó en la representación de su pueblo al Apóstol San Mateo, supo conservar uno de los rostros más antiguos de la provincia de Málaga. Había estallado la Guerra Civil y corría peligro de destrucción o desaparición. Su señora, María Gil Rivas, lo guardó en el pajar de la casa evitando así que se conociera su paradero ante los continuos saqueos.

Después pasó a una vieja maleta, que además contenía algunas de las piezas del vestir de estos personajes. Este ajuar estaba compuesto de medias de croché, un cíngulo bordado en seda con imágenes de Jesús, una custodia y unas espigas, que pudo ser una especie de camisa, unas zapatillas de cuero negra abrochadas en su parte delantera, una enaguas…

Ella contaba a sus nietos que cada personaje estaba relacionado con una familia en el pueblo, así muchos de los apodos los propiciaba el propio personaje. El «rostro» y el personaje pasaba de padres a hijos, siendo un orgullo familiar representar al santo. El único rostro que se conserva en Alozaina es el San Mateo, una pieza de gran valor sentimental e histórico, que se conserva entre los nietos de este desaparecido matrimonio.

Otros rostros

En las representaciones no solo se contemplaban los «rostros» del apostolado, sino que había otros rostros de personajes. Estos eran los llamados «Los Armaos», que no eran sino los soldados romanos que además llevaban cascos de soldados de la época romana confeccionados del mismo material, aunque parece que no tenían tanto valor artístico.

El apostolado acompañaba también al cortejo que precedía a los sagrados titulares de los distintos pueblos. En la procesión portaban distintos elementos relacionados con la Pasión de Cristo: corona de espinas, clavos, un corazón de hojalata atravesado por puñales -símbolo de dolor de la Madre-, el sudario, el paño con el rostro de la Verónica, la sentencia de Jesús, la inscripción INRI sobre una tabla de madera, una escaleras, etc…

Los cuatro evangelistas iban junto a la dolorosa y, sobre todo, el discípulo amado. Hoy en día Frigiliana y Alozaina conservan un apostolado que forma parte del cortejo de las procesiones de Semana Santa, en el caso de Alozaina son nuevas piezas recreadas en la década de los 80.

@josemisepul