Según la RAE un sayón es un verdugo, pero coloquialmente también es un «hombre de aspecto feroz». Las dos definiciones describen muy bien al Berruguita -con B y no con V, como se escribía en castellano antiguo- la popular figura de la Cofradía de la Paloma y quizás la más conocida de entre todos los secundarios de la Semana Santa de Málaga.

El horrible sayón tira de la soga de Jesús preso, mientras éste cruza el puente del torrente del Cedrón, al tiempo que el Señor es azotado por un romano.

Para entender la talla actual del Berruguita es necesario conocer la imagen original, de 1812, realizada por el imaginero malagueño Salvador Gutiérrez de León, que se encargó de hacer todo el misterio, destruido en 1936, tras un primer intento en 1931 que lo dañó parcialmente.

«Salvador Gutiérrez de León es un artista que lleva un poco hacia el XIX lo que es todo el lenguaje barroco», destaca el profesor Juan Antonio Sánchez López, así que las figuras están muy marcadas por la calocagacía o kalocagathia de Platón, que aboga por la correspondencia entre lo bueno y lo bello, de ahí que «el bueno es el guapo y el feo es el malo, llevando en los siglos XVII y XVIII hasta la distorsión caricaturesca que hoy podría parecer hasta histriónico».

Y para contrastar la bondad y belleza del Jesús preso, este primer Berruguita era especialmente feo: calvo, orejudo, bizco, con tres verrugas, con los pómulos hundidos, mellado, barbilla aplastada y saliente y también patizambo.

Juan Antonio Sánchez López resalta la enorme similitud entre esta figura y la del romano con la de los barros tradicionales malagueños, algunos de los cuales salieron de la mano de Gutiérrez de León. «Hay un bailarín que le pones una lanza y un casco y lo conviertes en un romano», explica, de ahí que ese lenguaje barroco que el imaginero lleva a las puertas del XIX, dé como resultado una figura del Berruguita «más ingenua y pintoresca», ligada a la estética de los barros.

En 1939, recién terminada la Guerra Civil, la cofradía encarga el nuevo misterio al granadino José Navas-Parejo Pérez. En cuanto al nuevo Berruguita, aunque firmado por este prestigioso imaginero, fue realizado por un ayudante de su taller, el también granadino Antonio Cano Parejo (1909-2009). «Es un dato que ha salido a colación hace poco, al investigarse su obra. Incluso la hija, que es profesora de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, hace referencia a que en su casa el padre había hecho una figura horrorosa para Málaga y recordaba que a la madre le daba miedo la figura».

El Berruguita de Antonio Cano Correa es una versión «más atemperada y consistente desde el punto de vista escultórico» que la de comienzos del XIX. Ya no se trata de la exageración absoluta, aunque el concepto caricaturesco permanezca y hasta la famosa bizquera «no es exactamente igual».

El sayón de Cano Correa llevaba inicialmente unas vestiduras de tela encolada, al primar «un concepto como más escultórico», que también podía verse en otros misterios como el de la Sentencia o el Señor de la Pollinica. A partir de los años 70 se impone el vestir la figuras y es lo que le ocurre al Berruguita de La Paloma y al romano, por una intervención del sevillano Luis Álvarez Duarte de 1971.

@alfonsvazquez