­Miles de malagueños se dieron ayer cita en las inmediaciones de la Catedral para acompañar a la Patrona de la ciudad, la Virgen de la Victoria, en su desfile procesional de regreso a su santuario. Poco antes del inicio de la procesión, la Banda de Cornetas y Tambores de Bomberos interpretó una malagueña muy aplaudida, y nutridas representaciones de las cofradías de pasión y gloria de la ciudad, así como de la Diputación Provincial y el Ayuntamiento, acompañaron un año más a esta querida imagen. Por la mañana, tuvo lugar una misa estacional presidida por el obispo de la diócesis, Jesús Catalá, en la que impartió la bendición papal. Acto seguido, se realizó una ofrenda floral en la fachada principal de la Catedral ante una enorme imagen fotográfica de la Virgen, un evento organizado por la Asociación Pro-tradiciones malagueñas La Coracha.

Las numerosas ofrendas fueron el preludio de una procesión multitudinaria y, de hecho, muchas de las flores sirvieron para exornar el trono de la Señora. En el acto participaron coros, escuelas de folclore, academias de bailes regionales, entidades y asociaciones malagueñas, así como la Asociación Teodoro Reding, que realizó una salva en honor a la Patrona.

Las puertas del Patio de los Naranjos se abrieron a las siete y media en punto. Para entonces, Bomberos estaba ya en San Agustín para interpretar Expiración, muy aplaudida por los malagueños -y muchos turistas- que se agolpaban en los alrededores. Tras una primera representación de las cofradías, iba la banda Santa María de la Victoria, que en la curva hacia Duque de la Victoria interpretó Rocío. La Banda Municipal de Música, justo en ese punto, hizo lo propio con La Pilarica.

Las autoridades políticas fueron numerosas, entre ellas el presidente de la Diputación, Elías Bendodo, acompañado de numerosos diputados; y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y los miembros de la corporación.

A las ocho de la tarde en punto, en medio de una marea de incienso y con las campanas de la Catedral repicando, se hizo a la calle la Virgen de la Victoria, exornada con nardos y parte de las ofrendas que recibió durante la mañana. La imagen lucía la Medalla de la Ciudad de Málaga, así como los atributos que, por suscripción popular, fueron estrenados en 1943 con motivo de su coronación canónica: su cetro y su corona, y la corona para el Niño, obra de los talleres del Padre Félix Granda. Todas las iglesias de Málaga hicieron sonar sus campanas como muestra de alabanza a la Señora de Málaga.

La Banda de Música de la Expiración acompañaba al trono de la Patrona de la ciudad. Y, magníficamente, interpretó Gloria a ti y, para la curva entre las calles San Agustín y Duque de la Victoria, Virgen de las Aguas, ambas muy aplaudidas. El trazado de la compleja maniobra alcanzó gran valor estético, y los malagueños se deshicieron en elogios.

Hacía calor, pero ello no impidió que muchos se acercaran a acompañar a la Patrona en su día. En el cortejo, también estaba representada la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, en la persona de su presidente, Pablo Atencia. La gran novedad fue la marcha Victoria de nuestras vidas, de Óscar Monteiro Mesa, interpretada en la plaza del Carbón.

Muchas calles del Centro Histórico se engalanaron para la ocasión: la calle Larios lució toldos, y los jabegotes de la Hermandad del Carmen de Huelin rindieron honores a la Virgen, remos en alto. Los balcones de las céntricas arterias presentaban reposteros burdeos, y el trono recibió, a su paso, varias petaladas, en concreto en la Puerta de las Cadenas -efectuada por La Coracha-, en la torre de la Catedral, y una tercera de la Federación de Peñas en la calle Victoria. Varios negocios hicieron lo propio con una penca de biznagas y con el canto del Ave María.

La vinculación de Santa María de la Victoria con la ciudad nace en agosto de 1487, con la caída de Málaga a manos de los Reyes Católicos tras un cerco de tres días. Ese episodio se representa en el altar de cultos de la Catedral los días previos al 8 de septiembre, durante la celebración de la novena. La imagen es una escultura ejecutada en madera policromada, sedente sobre roca y con Niño en el regazo. Su autoría es desconocida.