­La historia de la sacremantel de Viñeros ha estado ligada a la de la propia ciudad en la que se erigió, arraigó y dio buen fruto, languideció con la crisis de la filoxera y se reactivó en el mismo periodo de posguerra en que la Semana Santa de Málaga se reinventó y revolucinó las formas que la hacen distinta y única. Pero esta corporación, de origen gremial, hunde sus raíces cuatro siglos atrás. No todas pueden decir lo mismo, ni mucho menos. Y un aniversario así había que celebrarlo por todo lo alto. Y culminarlo como Dios manda a los cofrades: con una salida extraordinaria.

Como cada Jueves Santo, el Señor de Carretería fue a la Catedral. Es la única hermandad que contaba con ese privilegio, prácticamente desde la restauración de su culto público. Este hecho también determinó la puesta en escena de Viñeros, el sabor, el aroma y la solera de esta sacramental en la calle. Como ayer. La estampa del Nazareno de Buiza, de portentosa pisada, se hizo a la luz de la antigua plaza de las Biedmas muy temprano: a las 15.45 horas. Túnica romé, cruz al hombro sostenida por una cepa a modo de cirineo. Vides y sarmiento, como en el Evangelio de Juan. Pámpanos y racimos de uva. Rocalla y espejitos en el lagar de su carrete. Inmensos faroles, aún apagados, en las esquinas. A sus pies, claveles sangre de toro y algún lírio y siemprevivas moradas. No llevaba la llave del sagrario en su mano. Tampoco cortejo de cirios que iluminara su camino. La procesión se reducía a la presencia del estandarte sacramental y la mesa de gobierno con el guión corporativo. Abría una cruz alzada escoltada por ciriales. Cuerpo de acólitos serio y formado, ante el trono. Y niños de monaguillo, que repartían estampas conmemorativas.

Músicos muchos. La agrupación San Lorenzo Mártir, de la propia corporación, se vio ayer reforzada por integrantes de otras formaciones de la ciudad, de la provincia y allende las fronteras malagueñas, en una denominada jornada de puertas abiertas, para tocar, todos juntos, y después de varios ensayos, un repertorio de los denominados clásicos, compuesto por las mejores marchas que jamás se hayan escrito para el género.

Virgen de las Angustias, en Carretería. Y al tercer día, para llegar a la plaza de los Mártires, donde aguardaba corporativamente la hermandad de los Remedios. Virgen de la Paz, para salir a Granada. Señor de San Román para alcanzar la plaza de Spínola. A la Gloria, para entrar en Echegaray. O Alma de Dios, para acceder al Patio de los Naranjos. Lucían sus banderines en una insólita representación tras el trono. Entre ellos, el estrenado por la agrupación anfitriona, obra de Orfebrería Maestrante según diseño de Daniel García Romero. Y cada músico iba con el uniforme de su propia banda.

Los primeros toques de campana, en el interior de la casa hermandad, fueron ofrecidos a Carlos Guirado Arrabal, hermano mayor en los primeros años de la década de los 80. Un emotivo homenaje de Viñeros a uno de los suyos.

Los hombres de trono salieron muy despacio de la casa hermandad. Estrenaban túnicas conmemorativas, de color blanco, con el escudo de la Merced, parroquia donde se fundó esta hermandad de origen gremial en 1615 y el logotipo del cuarto centenario en el pecho. El camino se hizo muy despacio, marcando el paso el ritmo de la música. El paso por la calle Santa Lucía, debido a la presencia de un andamio, tuvo que hacerse a brazos y con palilleras.

En las aceras, el público justo. Demasiado temprano. Aún demasiado calor. Se reservaban para la vuelta, después de la solemne misa presidida por el obispo, Jesús Catalá, en la Catedral, a donde el trono del Nazareno de Viñeros entró pocos minutos después de las 18.30 horas, a los sones de Jesús Sacramentado. Los faroles delanteros ya iban encendidos, tras una compleja operación llevada a cabo por el pabilero.

Un gran repostero colgaba de la terraza o mirador de la Puerta de las Cadenas, recordando la efemérides: Viñeros 1615-2015, con la heráldica de la corporación. En el Patio de los Naranjos y aledaños ya no cabía un alfiler a la hora prevista para el inicio de la procesión de regreso. Y había caído la noche. Se hizo de rogar. Un cuarto de hora más tarde salía la cruz. Tras ella, una representación de diferentes cofradías de la parroquia de los Mártires, con sus guiones corporativos: Huerto, Pasión, Estudiantes, Penas, Paloma, Cena... y Salutación, con la que Viñeros está hermanada. También la bandera de la Agrupación de Cofradías, con su presidente, Pablo Atencia, a la cabeza de esta presidencia, junto a otros miembros de su junta.

Aquí ya salieron dos tramos de hermanos portando cirios de color rojo, dado el carisma eucarístico de esta cofradía, y dando sentido participativo a este culto externo. Comenzaba la verdadera procesión extraordinaria. Perdona a tu pueblo para que el Señor de Carretería abandonara el primer templo hasta el próximo Jueves Santo.