Se pega uno 36 años vendiendo papeletas para el sorteo de un elegantísimo jamón «patamorena», con su angelote cortefinitario, funda de terciopelo sin caspa, escudo corporativo y fina puntillería en croché con borlones de oro puro de lata para hacer un manto «bordao», según diseño del cuñao chico del fundador de la cofradía que vendía Rápida en el «Mercao Central»; y justo ahora llegan estos de color nazareno y quieren acabar con la Semana Santa. Por lo menos se podían esperar un añito y dejarlo debutar con su amenaza de lluvia y su show de colocación de sacrosanto plástico. Digo yo.

Desde que Podemos apareció en la esfera política y han ido ganando terreno, las venas de cuello de cierto sector cofrade no dan abasto. Que si quita el nombre de un santo de esta calle, que si quito la subvención a las cofradías, que si procesión del «Santo Jigo» -si supieran que más de uno llama así a una imagen mal vestida-, que si un padrenuestro hereje, que ya puestos, lo mínimo que se le puede exigir es que tenga gracia, pero ni eso. Estoy convencido que tanta tirria viene provocada porque algún mayordomo le dijo al coleta que o se pelaba o no sacaba el trono. Fijo.

Identificar Semana Santa con el club de fans del Valle de los Caídos, me parece excesivamente fácil. Ni siquiera todo cofrade tiene que ser de la «derecha moderada». No creo que a nadie se le pida el carnet, ni se le exija, como denomina Trajftitovski, votar partido «Como Dios Manda». Hay mucho/a rojo/a tras los capirotes, bajo los varales, en las promesas y en las aceras como para hacer de esto otra Guerra Civil. Que cada uno vote a quien le dé la gana, si es que te entran ganas de votar.

Sin embargo, tampoco creo que los «moraos» sean la mayor amenaza. De las túnicas colgadas no tiene culpa Podemos, ni de las casa hermandad vacías durante el año, ni de las puñalás por ser mayordomo de algo, ni de sacar la basura cada vez que hay elecciones, ni de las iglesias vacías salvo cuando te tienen que ver, ni de la mujer al varal por necesidad, ni de los cuñaos por fuera, las prohermandades que duran lo que el aburrimiento del prohermano promayor, ni del photoshop cofrade, ni los carteles malaspuñaláleden al pintor, ni de tantas y tantas cosas. De eso querido/a cofrade/a, tenemos la culpa tú y yo. Bueno yo no, faltaría más.