Hablar de tronos en Málaga es hablar de una continua evolución. Una evolución tan grande que hace que se desconozca gran parte de su historia. Por lo general, el malagueño cofrade cree que en su ciudad los tronos siempre fueron como los que vemos ahora: grandes, de ocho varales, de cinco toneladas y de 260 hombres llevándolo. Error.

Los tronos en los inicios de nuestra Semana Santa eran de unas dimensiones mucho más reducidas a las que hoy en día conocemos. Pongamos un ejemplo. Lo que conocemos hoy como buque insignia del trono grande malagueño, el de la Virgen de la Esperanza, era un trono que difícilmente llegaba a la mitad en dimensiones del que hoy conocemos, tanto en altura como en anchura. Eran tronos muy ricos en talla, orfebrería y bordados.

Estos pequeños tronos eran llevados por alrededor de sesenta hombres que cobraban por cargar. Estibadores del puerto de Málaga acostumbrados a bregar con kilos diariamente; gente que se convertía en profesional del varal una semana al año al salir de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección. En algunos casos los tronos eran llevados por dos cuadrillas diferentes, llegando a tener relevos.

Estos profesionales tuvieron su época dorada cuando los tronos, con el paso de los años y por diferentes motivos, crecen en dimensiones hasta llegar a lo que hoy conocemos como grandes tronos malagueños, de grandes cajillos, altos palios y varias toneladas de peso. Las cuadrillas crecen y son varios capataces los que se encargan de mandar todos los tronos de la época. Es ahí cuando comienza a fraguarse el estilo malagueño y la primera evolución del andar de los tronos.

Situados en esta época, grandes tronos de impresionante peso, nos encontramos con la primera curiosidad. No existe ningún trono con ocho varales, todos eran llevados con seis varales además siendo la longitud de éstos bastante más corta de la que conocemos hoy, apenas cinco o seis hombres trabajaban desde el cajillo hacia adelante. Sirva como ejemplo que el actual trono de la Virgen de los Dolores de Expiración era llevada por solo 160 hombres.

La técnica de andar instaurada en estos tiempos era la conocida «carrerilla». Los hombres se colocaban con una separación importante entre ellos y andaban dando rápidos pasos hacia adelante, evitando que el palio se moviera lo más mínimo hacia los lados. Esta era la técnica estrella para llevar aquellas pesadas moles hacia el recorrido oficial, donde algunas cuadrillas de estos profesionales en sitios señalados mecían y llevaban al conocido paso malagueño el trono para su lucimiento para después volver a la efectiva carrerilla.

Estos hombres cobraban por llevar tronos pesados diariamente durante una semana entera, con técnica sencilla y poco depurada. Hombres comandados por capataces que lo eran tanto en el trabajo diario del puerto como en el trabajo en los varales de los tronos.

Pasado el tiempo nace en Málaga una nueva tendencia, acabar con los profesionales. Esta tendencia está propiciada por los continuos problemas que las hermandades tenían con los hombres pagados, problemas disciplinarios y principalmente económicos, llegando a ser el gasto principal de una cofradía de esta época durante todo el año.

Había que buscar sustituto a estos profesionales y al problema económico y fueron los hermanos más jóvenes de las cofradías quienes comienzan a meterse debajo del varal y realizar ese duro trabajo. Jóvenes sin ningún tipo de experiencia a la hora de cargar con kilos y mucho menos en un varal.

En ese momento los tronos mantienen las grandes dimensiones, los pesados materiales y los varales cortos los cuales dejan de ser de madera y empiezan a ser de aluminio.

Se vive una transición lenta donde en los varales se mezclan hombres pagados con jóvenes hombres de trono. Los tronos no mantienen ninguna técnica definida y comienzan a instalarse en estos jóvenes las malas costumbres y en los varales se vive un ambiente festivo donde predomina muy poco el trabajo serio.

Con el paso de los años termina esta transición y son los hermanos los que ocupan todos los varales de los tronos. Se pasa de pagar al hombre del puerto por cargar a que los hermanos paguen por salir, esto revoluciona la estética y la economía de todas la cofradías malagueñas.

Es este el momento donde comienzan a crecer los varales y por primera vez comienzan a verse tronos de ocho varales, además de pasar de siete metros de longitud de varal hasta llegar a los catorce. Nos encontramos con la paradoja de que justo en el momento donde los tronos comienzan a pesar mucho menos por los materiales internos, candelerías de menor peso o sustitución de varales de madera por varales de aluminio, los tronos son llevados por el doble de hombres, lo que nos lleva a pensar que todo se movía por un motivo claramente económico.

Llegamos al momento donde los tronos son cargados por un número elevado de hombres, lo que hace que poner cualquier aspecto técnico a la hora de andar, promover un entrenamiento e incluso llegar a cuadrar las tallas se convierte en algo verdaderamente difícil. Con esta dificultad se vive durante muchísimos años en los que los tronos, casi en su mayoría, carecían de disciplina y calidad al andar.

En la actualidad vivimos la que técnicamente es la mayor de las evoluciones con la llegada a Málaga de los ensayos. Cofradías cansadas de que sus desfiles procesionales se protagonizaran por la absoluta improvisación en los tronos deciden dar el paso a entrenar y concretar criterios a la hora de cargar un trono.

Málaga es la última provincia andaluza en instaurar el entrenamiento serio y concienzudo a la hora de cargar, cuando por la complejidad, dimensiones y número de hombres que trabajan al unísono debería haber sido la primera.

Nunca es tarde cuando la dicha es buena y ya son mayoría las cofradías en las que sus tronos ensayan y entrenan. Y no todas con la misma seriedad y criterio, todo hay que decirlo.

Cada vez es más grande y notable la diferencia entre tronos que se entrenan a los que no y esa diferencia se refleja de manera descarada en su lucimiento en la calle.

Lo del ensayo no va de la mano obligatoriamente con aquellos tronos que realizan cambios en sus pasos, sirva como ejemplo Lágrimas y Favores. En Málaga ya son varias cofradías de corte clásico, incluso fúnebre, las que se entrenan y depuran su estilo hasta llevarlo a la perfección.

Actualmente vivimos una época dorada bajo los varales. Ha comenzado hace poco, pero su desarrollo será enorme. Estamos de enhorabuena y los capataces, mayordomos y hombres de trono deben estar alerta pues de lo contrario se quedarán atrás y esta vez el trono no tiene pinta de parar.

*García Torres es hombre de trono y miembro de Daffari