El 17 de febrero, en cabildo de hermanos celebrado en Santo Domingo, la Cofradía de Dolores del Puente presentó un logo conmemorativo que le acompañará en todas sus comunicaciones durante el presente año. La efeméride a celebrar son los treinta años de la bendición y los 25 años desde que recibe culto en su capilla el Santísimo Cristo del Perdón. Desde 1982, año en el que el germen cofrade brotó y, tras aquellos primeros Viernes de Dolores por el barrio en los que procesionaba Nuestra Señora de los Dolores, se pensaba en la compañía de su Hijo que llegaría años más tarde y sin ser una tarea fácil, de esa forma se recuperaba la historia.

La cofradía tomó el consejo de académicos de San Telmo, entre los que estaban Pío A.Verdú y Francisco Torres Mata, para decidir el artista encargado de gubiar al nuevo Cristo. Los hermanos realizaron el encargo al taller del profesor de talla y académico Jesús López García, conocido como Suso de Marcos. La premisa al artista fue la de hacer un crucificado que, adaptándose a los cánones clásicos, no fuese una obra inspirada en siglos anteriores, que aportara algo novedoso a su tiempo y a esa hermandad que caminaba haciendo historia cada día. La obra comenzaría a realizarse el 25 de marzo de 1986.

El 5 de abril de 1987, a las siete de la tarde, en la Parroquia de Santo Domingo se celebraba la bendición del crucificado presidida por el sacerdote Antonio Ramírez Mesa, por aquel tiempo párroco de Santo Domingo y director espiritual de la cofradía. Los padrinos de dicha bendición fueron los hermanos José Criado Baena y Dolores Sánchez González. El Santísimo Cristo del Perdón fue colocado para dicho motivo a los pies del Altar Mayor, donde se encontraba Nuestra Señora de los Dolores celebrando su culto cuaresmal. En la celebración intervino el Orfeón Universitario con una capilla musical que estrenó la Misa dedicada al Cristo del Perdón, compuesta por Antonio Rozas. La ceremonia concluyó con un solemne besapiés, el primer acto de veneración.

El recordado Jesús Castellanos comentaba: «Todavía recuerdo cuando lo visitaba día a día y acariciaba el modelado de sus manos y su inigualable cabeza; todavía recuerdo cuando cortamos los cipreses que forman su cruz del vivero que hay frente al aeropuerto y, cuando definitivamente le colocamos los clavos de forja, realizados en la Escuela de Arte, que lo fijan al madero. Lo veo saliendo de la casa del escultor y llegando en una noche de abril a nuestra Iglesia de Santo Domingo y recuerdo la entrega de nuestra medalla a Suso de Marcos en una ceremonia que, por sencilla e íntima, se hizo solemne y parece que aún no se ha acabado el primer besapiés que tuvo cuando don Antonio Ramírez Mesa lo bendijo, siendo sus padrinos Pepe Criado y su esposa, María Dolores Sánchez, sin duda por ser el hermano que había demostrado mayor ilusión en aquel su Cristo, cuando del mismo sólo conocíamos su nombre. Ahora, dentro de pocos días, el 4 de abril exactamente, celebraremos el aniversario de su bendición y nos alegraremos una vez más de haber encontrado un escultor que plasmase tan plenamente nuestra idea y, sobre todo, que escultor y cofradía se sientan tan profundamente unidos por el amor a ese nuestro Cristo».

Coincidiendo con el tercer centenario de la muerte del obispo Fray Alonso de Santo Tomás, se bendijo la remodelación de la capilla que daría cobijo al Santísimo Cristo del Perdón el 30 de julio de 1992, siendo padrinos de la bendición Enrique Alvarado y Francisco Torres Mata, por su intensa labor de asesoramiento y colaboración con la corporación. En dicha capilla reposan los restos mortales del citado obispo. Su primera procesión fue la de 1987, después marcaría otro hito participando en el Vía Crucis Jubilar con la disposición sobre el trono que estrenaría tras la coronación de la Virgen. Para el cierre del Año de la Misericordia, presidió su capilla engalanada. Para próximos años se ultima un trono.

Esta noche volverá a procesionar entre ladrones, los mismos que junto a San Juan estrenó en aquel ya lejano Vía Crucis Jubilar de 2000 y que firmaba el propio Suso de Marcos. A sus pies dejó de estar la Virgen de los Dolores tras su coronación, para estar María Santísima de la Encarnación, una dolorosa atribuida a Antonio del Castillo y fechada en el periodo de 1680-1700. Al Cristo del Perdón le esperan en lo que queda de barrio en la alta madrugada antes de regresar al viejo convento dominico y su estampa se recorta entre los balcones y las macetas de angostas calles que se abren por un instante en el año para dejar paso al Gólgota que se hace trono.