En estos días mágicos en los que disfrutamos tras un año de espera surge la manida crítica sobre la ostentación de las hermandades a lo que los cofrades suelen responder de forma rápida que el impacto económico y sobre todo el de ayuda social está por encima de eso. La conversación dura algunos minutos más y se pasa a otro tema. Yo que siempre tuve la inquietud de profundizar sobre tas obras sociales cofrades me hice esta pregunta ¿La gran cantidad de dinero destinado a Caridad está bien invertido? ¿Por qué si soy trabajador social jamás he oído hablar a ningún colega de profesión sobre la gran labor de las hermandades?

Hay una cosa que me resulta llamativa. Cuando queremos el mejor trono vamos al mejor tallista, en caso de bordador hacemos lo propio con la lógica de tener un producto final de calidad como buenos amantes del arte que somos ¿Pero quién se encarga de las obras sociales? Aquí la respuesta es clara: voluntarios que casi en su totalidad no tienen formación específica en el ámbito social. Ello nos lleva a que las acciones realizadas desde el mundo cofrade se limiten a hacer lo de siempre: recoger comida y aportar dinero a entidades o personas. Nos limitamos a dar el pescado en vez de enseñar a pescar y con ello y sin quererlo perpetuamos las situaciones de exclusión, ya que no se tratan los problemas que originan estas situaciones por parte de personal cualificado. A esto es lo que se suele llamar asistencialismo.

El economato Corinto dio un gran paso adelante centralizando la obra social con unos criterios de valoración objetivos y empoderando a la persona a que es ella misma la que se desplaza a por su comida y no se limita a ser sujeto pasivo que recibe lo que le demos. Algunas personas piensan que con ello tocamos techo, pero nada más lejos de la realidad.

¿Se imaginan una hermandad con centro de estimulación precoz PROPIO para personas con discapacidad con más de 30 usuarios y viable económicamente? ¿Se imaginan otra cofradía ofreciendo créditos a emprendedores, o contratando un educador social y trabajador social para desarrollar un proyecto nuevo para evitar el absentismo? No tienen que imaginar nada: existen y están en Sevilla. Son algunos ejemplos de hermandades pequeñas que apostaron por invertir mejor el dinero de su obra social y están ayudando desde una perspectiva profesional con los evidentes resultados muy por encima de otras acciones siempre bienintencionadas pero que no responden a las verdaderas necesidades de las personas.

En las jornadas de obra social cofrade, en cuya organización participé junto a la Comisión de Formación y Caridad de la Agrupación de Cofradías, los asistentes se quedaron más que sorprendidos de escuchar de primera mano estas iniciativas. Las cofradías deben plantearse en aportar valor a la sociedad de la mejor forma posible, y tener como objetivo que, además de el mejor manto y el mejor trono (que también lo deseo para la mía) puedan presumir de tener una gran obra social adaptada a lo que sociedad nos está exigiendo.

La revolución de las construcciones de casa hermandad está llegando a su fin, y por fin cabe que se tome como objetivo prioritario que las hermandades construyan una de sus bases principales: la ayuda a las personas en las mejores condiciones.

*Javier Espinosa Mateos es cofrade y trabajador social en Jábega Social