Como cada Cuaresma, nos preguntamos y debatimos acerca de los horarios e itinerarios de las cofradías en la próxima Semana Santa, escudriñando de cada hermandad esa nueva calle, los nimios o relevantes adelantos y las mil y una combinaciones que harían de cada jornada una renovada e interesante propuesta cofradiera; llegando, incluso, a descomponer en nuestro imaginario cada día, para volver a tejerlo siguiendo una lógica tan aplastante como quimérica, según la opinión de cada uno.

Sin embargo, nos damos de bruces contra una contundente realidad: la falta de ajuste de los tiempos de paso de determinadas hermandades, base fundamental sobre la que construir cualquier proyecto que suponga solventar las deficiencias de una Semana Santa en la que conviven dos modelos procesionales: el de las cofradías que caminan con diligencia, distribuyendo con acierto los tramos en los que se gana tiempo y aquellos en los que cabe recrearse, y el de las hermandades que aún mantienen aquel añejo concepto de las «suntuosas procesiones de Semana Santa» -esto es, avanzando con un ritmo arbitrario e inexplicablemente dilatado, en ocasiones con soporífera lentitud-.

No nos engañemos, el tiempo de paso es reducible en numerosos casos. No se trata de correr, sino de ceñirse al espacio justo que cada cortejo necesita para transcurrir por un punto determinado. De un tiempo a esta parte, comprobamos como cada vez más cofradías han adecuado el ritmo del tambor, estrechado el espacio de sus filas nazarenas y revisado concienzudamente su recorrido, llevando a cabo minuciosas crucetas que nos acercan a interesantes horizontes; desmontando, en algunos casos, clichés y viejas manías.

Claro ejemplo de ello lo encontramos en hermandades «de barrio» que, entre otras, han demostrado inteligencia para solventar el hándicap de la lejanía, y valentía para hacernos ver que, con ilusión y mentalidad renovada podemos llegar incluso a metas físicas más altas. Un modelo aplicable al conjunto de nuestra Semana Santa, cuyos horarios e itinerarios demandan nuevas formulaciones pero, sobre todo, unos tiempos de paso reales, honestos y prácticos. Empecemos por ahí.