Actualmente el llamado «paso marinero» es una seña de identidad de la Semana Santa malagueña. Un paso corto, una mecida con similar cadencia que la que una madre ejerce en la cuna para dormir a su hijo. El varal es otro de los elementos que marca el estilo procesionista de la provincia. Pero hasta el siglo XIX los hombres de trono no metían el hombro sino la cintura en el varal.

Y es que los tronos no se elevaban por encima de los hombros sino que quedaban a la altura de la cintura y se portaban a través de una correa. Fue una forma de procesionar que «tras el concilio de Trento se encuentra globalizada por toda Europa. Un sistema que mana de la manera de acarrear la sillas de los reyes y nobles y que después se traslada al trono de procesión», explica Manuel Fernández, historiador y ex hermano mayor de la Hermandad del Santísimo Sacramento de Casabermeja.

Este sistema de correas en Málaga fue el método para cargar los tronos en procesión en los siglos del XVII y XIX, llegando a estar tan acentuado que se llegó a denominar «el estilo malagueño». «Hay huellas arqueológicas por toda Andalucía y España de que éste era el sistema de procesionar hasta el siglo XIX. El correón fue una herramienta genérica doméstica, que se adapta al uso religioso, tratando de establecer una similitud con realeza y nobleza», sostiene Fernández.

De hecho, a los portadores de la cofradía de Viñeros se le conocen como correonistas, porque fue una de las últimas en dejar de procesionar «a correón» de Málaga. La referencia más antigua del correón en la capital se encuentra en un documento de 18 de marzo de 1636, en el que se describen los enseres adquiridos para la fundación de la Hermandad de la Cruz a Cuestas.

Este peculiar y arcaico estilo aún se conserva en Casabermeja, en la comarca de Antequera. El único pueblo que ha podido y sabido conservar esta añeja tradición que según cree Fernández ha sido «por circunstancias geográficas y sociales ha estado aislada y esto le ha valido para conservar el correón y convertirlo en una joya del pasado». La única referencia andaluza además de Casabermeja en las que usen correas como sistema de carga la encontramos en el paso de una hermandad de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, en el que portadores van por dentro de la parihuela denominándose esta manera «a cincho».

El correón

«Es una correa de cuero que tiene unos dos metros de larga. Se coloca en el hombro cruzado el pecho, se engancha pasándola por debajo del varal, rodeándolo, y sube por la espalda», explica. El trono está a la altura de la cintura y la imagen queda más cerca de los fieles llegándose a tocar incluso. Con este método no es necesario tallar a los portadores, pues la altura se regula a través de la hebilla que posee dicha correa.

Los correonistas portan durante la procesión una horquilla de poca altura para descansar sobre ella el varal del trono. También es usada como apoyo en el esfuerzo y para marcar el paso.

Los nazarenos visten una túnica con cordones que antiguamente «al no haber posibilidad económica para comprar seda, se hacían trenzando una pita. Este año la fotografía del cartel está dedicada a este singular cordón que algunos del pueblo aún conservan y usan cada Viernes Santo», cuenta.

Los tronos

Los tronos de Casabermeja también han mantenido la estética malagueña-antequerana sin llegar a contaminarse de las modas. Su construcción se basa en una parihuela con cuatro varales sobre la que se coloca una peana de carrete o también llamada de garganta de estilo barroco, consiguiendo que la imagen tenga una elevación idónea quedando a la altura de los fieles.

En el trono del Nazareno (bajo palio), y la Virgen de los Dolores, que salen en procesión el Viernes Santo por la mañana, y en el del Cristo del Perdón y Nuestra Señora de la Piedad, que procesiona por la tarde, el capataz trasmite las órdenes a través de una campana.

En el caso del Santo Sepulcro, que sale el mismo día a media noche, en cambio la campana desaparece y las ordenes son transferidas a través de golpes contra el suelo de la horquilla que porta el capataz.