La procesión Magna de este sábado recuerda el 75 aniversario de la coronación canónica de la Virgen de la Victoria, un acto que tuvo un gran impacto en su época. Las crónicas de la época hablan de una gran multitud, cerca de 12.000 personas, que llenó el Parque de Málaga para asistir a la Coronación Canónica de la Virgen de la Victoria el 8 de febrero de 1943. Fue un acto sencillo, que presumió más por la afluencia de público que por el boato. Las carencias económicas y la pérdida de patrimonio por la Guerra Civil se dejaron notar en este acto, en el que la Virgen fue procesionada en un trono de flores y donde apenas se lució ningún elemento de valor importante. Además, el contexto político del momento tuvo un gran peso en la ceremonia, ya que el día elegido para la coronación coincidía con el sexto aniversario de la entrada del ejército franquista en Málaga.

Aunque la ceremonia tuvo lugar en 1943, fue en 1939, tras la procesión tradicional del 8 de septiembre, cuando surgió la iniciativa de la coronación canónica de la imagen. Hacía pocos meses que a Guerra Civil había terminado y la Segunda Guerra Mundial había comenzado una semana antes, aunque pocos aventuraban su crudeza y duración. En ese momento, con una ciudad arrasada, empobrecida y con la purga política en pleno auge, el obispo del momento, Balbino Santos Olivera, se comprometió públicamente en realizar los trámites para la coronación.

En su momento fue visto como una oportunidad de generar un movimiento en la ciudad que la revitalizara socialmente, así como un cierto desagravio tras la destrucción sufrida durante la Guerra Civil. A partir de ese momento se iniciaron los trámites para solicitar esta distinción para la Virgen de la Victoria al Vaticano. El día 18 de agosto de 1940, Federico Tedeschini, cardenal arcipreste de la Basílica de San Pedro, expedía la primera autorización para la concesión de esta distinción, confirmada el 26 de octubre de 1941 e iniciando rápidamente los primeros movimientos para organizar este evento.

El primer problema fue conseguir el dinero suficiente para elaborar la corona de la Virgen y del Niño Jesús. Los recursos eran muy escasos, así que se acudió a la participación popular, una iniciativa que también buscaba reforzar el apoyo social a esta imagen. Entre donativos particulares y algún fondo previo que se tenía se consiguió una primera cantidad de 2.673 pesetas, cifra insuficiente para acometer el proyecto, por lo que el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación acudieron en su ayuda con una donación de 25.000 pesetas cada institución. Además se complementó con numerosas alhajas entregadas por particulares y que sirvieron de material base para que el padre Félix Granda acometiera la ejecución de las coronas.

La Junta Diocesana pro Coronación Canónica de la Virgen de la Victoria fue la encargada de organizar esta colecta y los actos previos, integradas por distintas personalidades de la ciudad, como el propio obispo de Málaga; Pedro Luis Alonso Jiménez, alcalde de la ciudad; y Manuel Pérez Bryan, el que fuera presidente de la Diputación.

Los actos de la coronación canónica comenzaron el 30 de enero de 1943 con una novena que sirvió de preparativo para el gran día de la coronación, el 8 de febrero. Esta novena fue acompañada de otros actos de carácter más social, como exposiciones, inauguraciones, corrida de toros y conciertos populares, con idea de implicar a toda la ciudad, y de paso dar un rayo de diversión a una ciudad muy golpeada por la guerra y la represión posterior.

El 8 de febrero comenzó con el traslado de la Virgen desde la Catedral a la plaza del General Torrijos, donde se iba a celebrar el acto de la coronación. Estaba concebido como un acto íntimo y sencillo, con un trono muy modesto realizado con flores, típico de la epoca para esconder la carestía de medios. Sin embargo, la crónica oficial de la época señala que había una gran muchedumbre en la Catedral para acompañar a la Virgen mientras se rezaba el Rosario de la Aurora.

Junto a la fuente de las Tres Gracias se dispuso el altar y miles de sillas, que varias horas antes del inicio del acto de coronación estaba ya atestado. Se calcula que había unas 12.000 personas. La misa fue oficiada por el obispo electo de Barcelona, Gregorio Modrego, y con la Schola Cantorum del Seminario a cargo de la parte musical.

Según narran las crónicas, el momento en que las imágenes de la Virgen de la Victoria y el Niño Jesús fueron coronadas por el Nuncio Apostólico Monseñor Cicognani se produjo "en medio del estruendo de la pólvora en salvas, el clamor de las sirenas, el alegre repique de campanas, los acordes de las bandas de música y el raudo vuelo de aviones arrojando flores por los aires". El acto finalizó con las preces litúrgicas y el Te Deum, entonándose el himno compuesto por Domingo López Salazar para este fin.

La procesión de vuelta, que duró unas tres horas, se realizó en una carroza adoranda con claveles blancos, no en un trono, con un diseño igual que el actual, pero a falta de talla se recurrió al adorno floral. Al llegar al Compás de la Victoria, la imagen de la Virgen se puso bajo un arco conmemorativo levantado por iniciativa del Ayuntamiento de Málaga, mientras pasaban las tropas desfilando delante de la Patrona.