Salir a las cinco de la tarde un sábado de mayo no es el mejor momento para atraer público. A la Virgen de la Victoria le tocó enfrentarse con esta situación y la salvó con holgura gracias a un heterogéneo público formado por devotos, extranjeros que miraban con curiosidad cada detalle, turistas cofrades y malagueños que se fueron encontrando en el camino. La Virgen de la Victoria se ha convertido así en anuncio de lo que estaba a punto de suceder en el Centro conforme la tarde avanza.

La salida desde el interior de la Catedral se realizó puntualmente, con las campanas repiqueteando alegremente y sumándose así a esta Magna celebración. Pétalos recibieron a la Patrona, que avanzó con paso firme hacia la plaza del Siglo. Allí, los hermanos del Monte Calvario habían decorado una fachada con gusto y dedicación. La Patrona recibió en este punto una petalada inmensa, constante, completa. Los aplausos acompañaron a los pétalos en la misma cantidad. A sus pies quedó un mar de pétalos, testimonio del cariño puesto en este momento.

La Banda De la Vera+Cruz de Almogía mantenía ritmo de la marcha con una cruceta ajustada. Las marchas no se terminaban con el trono en el suelo, si no que se tocaban hasta el final. Con ´Aquella Virgen´ entró en la plaza de la Constitución, no llena, pero con público suficiente para que la Virgen no fuera sola.

La Patrona procesionó acompañada del obispo de Málaga, Jesús Catalá, y los miembros del Cabildo de la Catedral. Unas guirnaldas de flores adornaban el trono de la Virgen de la Victoria.