La Virgen de los Dolores del Puente es otra cosa. Su estética antequerana la hace resaltar sobre el resto. La peana, el corte de su manto, la media luna a los pies... Son multitud de detalles los que marcan la diferencia. Es la expresión de un carácter propio de la cofradía, enraizado en la historia y la tradición. No en vano, el estilo antequerano tiene mucho que ver con las procesiones barrocas que se vivían en Málaga hace tres siglos.

Su salida desde Santo Domingo se hizo en un ambiente un poco gélido, pese al calor de la tarde. Todavía no estaba todo el público en la calle y era un momento en que coincidían varias salidas a la vez en distintos puntos. Todo fue cambiando conforme se acercó al Centro. El poco acogedor entorno del Guadalmedina fue cambiando por calles llenas de público y con mucho cariño a una imagen mariana que acompaña a la vida diaria de todos los que pasan frente a su capilla. La imagen recogida de esta imagen, delicada y preciosa, iba en volandas a hombros de los portadores, "Qué Virgen tan bonita", decía un joven que había llegado de Sevilla para asistir a la Magna Victoria.

El paso por la plaza del Siglo se hizo con la marcha 'Virgen del Valle', interpretada por la Unión Musical Maestro Eloy García. En un día en que las crucetas optaban por marchas más alegres y con ritmo diferente, la Virgen de los Dolores del Puente siguió demostrando su personalidad con una pieza melodiosa, de tono melancólico. Lo hizo pasando delante de la magnífica fachada adornada por hermanos del Monte Calvario, en una elección que no parece casual.

'María Santísima de las Penas' fue la marcha elegida para entrar en la plaza de la Constitución, punto ya de salida del recorrido común de esta Magna Victoria para embocar la calle Especería y volver a Santo Domingo.