¿Conoce usted a alguien que practique el cruising? ¿Qué opina de las personas que entablan una relación a través del toothing? ¿Qué respuesta le daría a alguien que le invita a un dogging? Quizás haya escuchado más de una vez la expresión cancanear pero en el ámbito sexual, ¿sabe a qué se refiere? Si usted ha contestado negativamente a varias de estas preguntas, es hora de que se actualice. Dogging procede de dog (perro) y tiene su origen en la década de los setenta, cuando muchos exhibicionistas y voyeurs acudían a los descampados acompañados de un perro para espiar a parejas en pleno acto amoroso. Con el tiempo, la aplicación de esta palabra comenzó a extenderse hasta desembocar en lo que actualmente se entiende por mantener sexo al aire libre y con desconocidos. Internet, sus chats y foros de toda la comunidad virtual, potencian y facilitan estos encuentros furtivos, y cada vez son más los adeptos que se atreven a hacer realidad sus fantasías más oscuras a través de las citas esporádicas y, normalmente, anónimas de los miembros de estos grupos. Las normas son claras: higiene, respeto y seguridad. En el dogging o cancaneo –como se ha traducido en España–, es normal encontrarse con hombres heterosexuales y parejas liberales que buscan otra forma de explorar los límites del deseo. Los motivos que llevan a estas personas a practicar el cancaneo son de muy diverso tipo pero encuentran en el anonimato una buena razón para dejar florecer el lado más carnal de la imaginación. Gracias a internet, los usuarios entran en contacto con otros amantes del dogging y planifican quedadas provinciales en las que exclusivamente se practica sexo.

Hablamos con un hombre de 36 años, casado, en uno de estos chats. Nos explica cómo cada fin de semana acuden su esposa y él a uno de estos parajes recónditos para encontrarse con desconocidos que mantengan relaciones sexuales con su mujer mientras él observa la situación desde el coche.

En Málaga también existe una comunidad abundante de doggers, al menos de interesados en el tema. En la página www.e-dogging.es y www.dogging-spain.com aparecen registrados más de trescientos usuarios simplemente de Málaga y provincia. Uno de los administradores de estas web explicó que se realizan encuentros semanales en Madrid, Barcelona y otras capitales de provincia, como la nuestra. Además, existe un registro donde es posible sugerir zonas nuevas para los encuentros.

La mayoría de los doggers son varones bisexuales o heterosexuales de entre 20 y 50 años y publican sus preferencias a la espera de que alguien les conteste para un encuentro. Una de las pocas mujeres que frecuentan este tipo de chats advierte de que las mujeres deben acudir siempre acompañadas a las citas y aconseja a las newbies (novatas) que es preferible desconfiar de un grupo de hombres que están solos.

Nos topamos también con un malagueño de 29 años que desde hace algún tiempo entra en foros de cancaneo en busca de mujeres que se atrevan con este tipo de experiencias aunque, según este usuario «es complicado: «La mayoría de las veces han aparecido a las citas hombres que se habían hecho pasar por chicas y tuve que salir pitando». En Málaga son muchos los lugares donde se dan este tipo de citas a ciegas. Desde Cerrado de Calderón hasta los Montes de Málaga y algunas de las playas más inhóspitas son el escenario perfecto para los doggers y voyeurs.

¿Mirar o ser mirado?

Los administradores de este tipo de foros se encargan de que las quedadas sean serias y de que acuda la mayor gente posible, pero también establecen ciertas cribas a la hora del registro. Por ello, cuando se abre la inscripción para un encuentro dogger, los organizadores buscan que se forme un grupo heterogéneo. Es decir, que acuda una cantidad proporcional de mujeres y hombres y sobre todo que esté equilibrada la balanza entre exhibicionistas y voyeurs. Y es que no todos los doggers participan activamente. De hecho, a la mayoría de ellos sólo les gusta observar la situación. Es lo que explica otro usuario de la sala de cancaneo del chat IRC: para este voyeur es mucho más divertido espiar a los amantes. ¿Voyeur o exhibicionista? ¿Dogger o mirón? En esto se resume el sexo al aire libre: el placer de observar o ser observado, ésta es una de las máximas en la filosofía del cancaneo.

Los mandamientos

Los doggers lo tienen muy claro a la hora de quedar y, al igual que se muestran muy permisivos en lo sexual, también exigen el respeto a ciertas normas protocolarias. El primer mandamiento, aceptar un no por respuesta. De hecho, a los novatos se les advierte previamente de que no insistan si alguien les rechaza en el encuentro. Además, la higiene es imprescindible y no se aceptan personas mal vestidas o poco aseadas. Los organizadores de las quedadas dogging también previenen de los posibles robos que pueden producirse durante algún descuido y aconsejan no llevar objetos de valor o guardarlos en la guantera del vehículo.