El viaje que el Atlantis de la Agencia Espacial de EEUU (NASA) emprenderá el viernes a la Estación Espacial Internacional marcará el fin de la era de los transbordadores, pero muchos confían en que no signifique, también, el final de la hegemonía estadounidense en el espacio.

Si bien la NASA ha liderado los vuelos tripulados al espacio durante tres décadas, a la vuelta de sus doce días de viaje el Atlantis no tiene preparado un reemplazo.

Y aunque los directivos de la agencia espacial aseguran que no es el fin sino el principio de un nuevo capítulo, también hay voces en desacuerdo.

"No creo que esto signifique el final de los vuelos tripulados estadounidenses, pero estamos en un periodo de incertidumbre y no sabemos por cuánto tiempo", declaró a Efe Valerie Neal, conservadora del área de los transbordadores del Museo Nacional del Espacio.

Tras este último viaje, el número 33 del Atlantis, serán las compañías privadas las que se encarguen de desarrollar la tecnología para el vehículo espacial del futuro.

Según el director de la NASA, Charles Bolden, esto permitirá a la agencia centrarse en otros proyectos, como viajar a Marte o alcanzar un asteroide, dos de las metas que ha señalado el presidente de EEUU, Barack Obama, en su nueva estrategia espacial.

"Creo que lo que es un poco decepcionante es que no tenemos realmente una visión clara de qué es lo que va a venir después", dijo Neal.

"Hay incertidumbre en la NASA y en el público en general", añadió.

La experta, que lleva vinculada desde sus inicios al programa de los transbordadores, afirmó que organizar, diseñar, encontrar la financiación necesaria y poner en marcha un proyecto de estas características lleva mucho tiempo.

De momento, aunque las compañías con las que la NASA ha firmado algunos acuerdos para desarrollar las nuevas naves "están haciendo algunas previsiones optimistas" de cuándo estará listo el nuevo vehículo espacial, "lo cierto es que todavía no están preparadas", manifestó la conservadora del Museo del Espacio.

Para Neal, estamos ante "el final de la segunda gran era en la exploración espacial", como la que se vivió en los años 70 del pasado siglo tras la última misión del Apolo, el programa que consiguió poner un hombre en la Luna.

La NASA tardó casi una década en desarrollar y presentar el programa de los transbordadores, y no fue hasta el 12 de abril de 1981, 20 años después de que el cosmonauta ruso Yuri Gagarin se convirtiera en el primer hombre en salir al espacio, cuando lanzó en órbita el Columbia, al que seguirían el Challenger (1983), el Discovery (1984), el Atlantis (1985) y el Endeavour (1992).

La nave, de imponentes dimensiones, capaz de planear como un avión al regresar de la baja órbita terrestre, conquistó al mundo por su versatilidad y por ser la primera con capacidad de salir al espacio y volver a la Tierra.

Con un coste de 1.000 millones de dólares (casi 700 millones de euros), los transbordadores pueden cargar más de 20.000 kilos, tienen capacidad para transportar a siete astronautas, acoplarse en órbita a la estación espacial y llevar satélites y telescopios en sus bodegas.

Fueron construidos como un "camión de carga espacial", aunque finalmente se convirtió en "el ferry a la estación espacial", lo que hizo ganarse el interés y la admiración del gran público, dijo Neal.

En su primera década transportaron satélites y experimentos científicos, mientras la estación espacial, un proyecto en el que participan 16 países y que recibió sus primeros módulos en 1998, acababa de prepararse para albergar tripulación.

Los éxitos de estas misiones hicieron al público ver "como algo normal" viajar al espacio, e incluso se perdió en parte el interés por el programa espacial.

No obstante, las tragedias del Challenger y el Columbia -en las que murieron todos sus tripulantes- demostraron que es una tecnología complicada, que requiere prestar atención hasta el más mínimo detalle y que cualquier error puede costar vidas humanas.

"Estamos asistiendo realmente al final de una era. Para aquellos que tenemos 40 años o más podemos recordar el principio de este programa, y para los que son más jóvenes es la única nave tripulada que conocen", agregó.

La conservadora, cuyo museo recibirá el Discovery para exhibición al público en abril de 2012, afirmó que el transbordador ha sido una "gran nave" que ha estado más de 1.000 días en órbita, ha emprendido 40 misiones científicas, 40 para transportar satélites, 40 a la Estación Espacial Internacional (EEI) y 10 para el Departamento de Defensa, entre otras.

Gracias a ellas, se han conseguido muchos logros médicos y tecnológicos de los que nos beneficiamos hoy en día, afirman sus patrocinadores.