La familia de Antonio Meño, el hombre que ha permanecido 22 años en coma tras ser sometido a una intervención quirúrgica, recibirá de las aseguradoras una indemnización de 1.075.000 euros, algo que sus padres han aceptado porque no tienen fuerzas para otro juicio, aunque creen que han "vendido" a su hijo.

El Juzgado de Instrucción número 15 de Madrid había citado hoy a las dos partes -familia y aseguradoras- para intentar alcanzar un acuerdo que evitara llegar a un nuevo juicio, después de que no se alcanzara un consenso en el primer acto de conciliación celebrado el pasado 28 de abril.

El acuerdo firmado hoy, con el que se pone fin a este caso tras 22 años, estipula que se indemnice con 1.075.000 euros a la familia entre todas la aseguradoras demandadas por la atención que se prestó a Antonio Meño durante una operación de estética de la que salió en coma y sufrió secuelas irreversibles, según ha explicado uno de los abogados de la familia, Gustavo Izquierdo.

Además la familia no tendrá que sufragar ningún gasto derivado del largo procedimiento judicial, en el que había sido reiteradamente condenada a pagar las costas.

El letrado ha sostenido que "la satisfacción es relativa" porque "nadie va a arreglar el problema de la familia", aunque ha destacado que "se suele decir que lo mejor es el enemigo de lo bueno" y en este caso se ha optado por "lo mejor posible".

"Alguien puede decir que han vendido a su hijo, pero nosotros creemos que, en acertada expresión, han comprado tranquilidad", ha dicho.

En cuanto al hecho de que la indemnización que va a recibir la familia ahora es similar a la que se le ofreció hace 20 años, el abogado ha explicado que "si quieres que cuente el tiempo tendrás que jugártelo a un procedimiento judicial en el que a lo mejor cuenta el tiempo o a lo mejor cuentan otros factores".

Al salir del juzgado, la madre de la víctima, Juana Ortega, ha reconocido, entre lágrimas, que se ha llegado a un acuerdo "miserable" con el que se siente "muy mal, prácticamente humillada", pero no tiene "fuerzas para seguir adelante" y enfrentarse a otro proceso durante diez años, por lo que ha hecho caso a los abogados.

"Hoy voy tener un día muy malo, voy a ver si soy capaz de mentalizarme con lo que hemos hecho, porque el pensamiento de mi marido y el mío es que hemos vendido nuestra dignidad, que hemos vendido a nuestro hijo, y que se ha quedado libre la persona que nos ha hecho tanto daño a mí y a mucha gente", en referencia al anestesista Francisco González, al que consideran un "sinvergüenza" por abandonar a su hijo durante la operación y causarle los daños.

Juana ha asegurado que lo que la dejaría realmente satisfecha es "que a ese hombre le pusieran el resto de su vida a cuidar enfermos" como su hijo "para que supiera el daño que hace", ya que la indemnización sólo le valdrá para que sus otros hijos puedan cuidar a Antonio cuando ella y su marido falten, porque mientras tanto el matrimonio seguirá viviendo para cuidar a éste.

Ha dicho que entiende que las aseguradoras implicadas en el proceso "no tienen tanta culpa", ya que si el médico que consideran responsable no acepta su culpa, ellas no quieren correr con los gastos.

"Mi lucha era que se reconociera lo ocurrido y dicen que se ha reconocido porque han pagado, pero para mí no es un reconocimiento ya que eso lo tenían que haber pagado en el año 93, cuando los condenaron", ha explicado Juana, que ha dicho que se encuentra tan mal que cree que va a sufrir una depresión.

La madre de Antonio Meño ha destacado que si el anestesista y las aseguradoras hubieran reconocido su responsabilidad en aquel momento, ella se habría evitado estar acampada en la calle y si su hijo hubiera estado mejor cuidado y habría podido llevarle a un especialista, lo que no pudo hacer por falta de medios.