La Oficina Medioambiental Europea (EEB, según sus siglas en inglés), que agrupa a más de 140 organizaciones medioambientales de la UE, alertó de la situación de los ríos Ebro y Guadalquivir que podrían ver decrecer considerablemente su caudal en los próximos años si se continúa el mismo ritmo de explotación.

Con motivo del Día Mundial del Agua, EEB ha publicado un informe que analiza la protección que hace la UE de sus aguas, y para ello se ha centrado en la situación de diez ríos europeos, entre ellos el Ebro y el Guadalquivir.

La conclusión general del informe es que los principales ríos europeos siguen afectados por "presiones múltiples" con "pocas posibilidades" de lograr un buen estado de sus aguas en un futuro inmediato.

Por lo que respecta al Ebro, EEB señaló que en los últimos 50 años su caudal se ha reducido a la mitad "como resultado de la sobreexplotación y el cambio climático".

En concreto, precisó que el río ya riega 900.000 hectáreas agrícolas, pero que está prevista la expansión de la irrigación a otras 400.000 hectáreas, una idea que califica de "irracional" ante las consecuencias que se avecinan a causa del calentamiento global.

También consideró que un trasvase de sus aguas a otras regiones, "aunque es posible técnicamente, no tiene en cuenta las necesidades de ecosistemas y comunidades locales que necesitan el agua donde está".

En lo referente al Guadalquivir, EEB indicó que "ya se han dejado sentir mucho los efectos del cambio climático", y que cree que el caudal descenderá un 12 % para 2030 debido a esa causa.

Riesgo de colapso en Doñana

Según sus cálculos, la tendencia continúa, el humedal de Doñana situado en el estuario del Guadalquivir "estará en riesgo de colapsarse a corto o medio plazo".

"Es urgentemente necesaria una reorganización y racionalización de la gestión del agua en toda la cuenca del río, con vistas a la adaptación a la demanda de recursos", puntualizó.

La organización recordó que la directiva marco europea sobre el agua puso a Europa "en el buen camino" por lo que se refiere a una gestión más sostenible de los ríos, lagos y aguas costeras.

También gracias a esa normativa, las aguas son ahora más limpias y avanza la restauración de planicies aluviales y humedales.

Sin embargo, todo eso no ha evitado que los principales retos de los últimos diez años se mantengan, según el informe.

El secretario general de EEB, Jeremy Wates, denunció que, aunque la directiva europea tiene un gran potencial para la protección de las aguas, éste se diluye con la introducción de numerosas exenciones y el hecho de que los países de la UE pueden posponer las aplicación de medidas hasta 2027.

En concreto, aludió a la "controvertida" construcción de presas para generar hidroelectricidad, que causa "graves alteraciones" en el ecosistema de los ríos, y que aunque se está procediendo a la renovación o eliminación de antiguas presas, este proceso progreso muy lentamente.

Wates apuntó como otro problema a la alteración de los ríos para permitir la navegación, a pesar de las "preocupaciones sobre la limpieza de ese modo de transporte".

"La Comisión Europea necesita emplear todos sus poderes de ejecución para garantizar un total cumplimiento de los Estados miembros de la directiva lo antes posible, antes de que nuestros ríos estén arruinados sin remedio", comentó.

Asimismo, destacó que, en opinión de EEB, la directiva ha fracasado a la hora de atajar la contaminación de las aguas con nutrientes y químicos, que "afectan a la naturaleza y a la calidad del agua potable, y provoca que los consumidores tengan que pagar facturas más altas".