Abogado y escritor, el presidente de SOS Bebés Robados saca a la luz en «Mientras duró tu ausencia» uno de los mundos más celosamente escondidos de la España profunda: el de las jóvenes embarazadas a las que se ocultaba y coaccionaba para dar a su hijo en adopción.

¿Qué revela en el libro Mientras duró tu ausencia?

Este libro cuenta una historia real de una mujer, muy amiga mía, que está viva todavía, que nació en 1947 en la Casa Cuna Santa Isabel de Valencia, fue adoptada, no sabe nada de su madre biológica y el destino quiso que a los 15 años se quedase embarazada de su novio y los padres adoptivos le obligasen a entregar a su hijo en la misma casa cuna donde ella había nacido.

Un relato circular.

No cuento el final porque de lo contrario os develo el libro, pero esta mujer ha buscado a su madre biológica y ha buscado a su hija biológica con mi ayuda, y con la casualidad de que ella dio a luz en abril de 1965, -yo nací en mayo de 1965-, es decir es la única persona viva que conozco que coincidió físicamente con mi madre biológica, a la que no conozco.

Una historia muy dura.

Es una historia muy pasional, muy bonita, lo ha pasado muy mal. Ha sufrido casi malos tratos por su madre adoptiva y por quien fue su marido. El libro, aparte de su historia, se centra mucho en la vivencia de esas chicas de 15,14 años que estaban en la Casa Cuna Santa Isabel cuatro meses, ocultando el embarazo, con malos tratos físicos e incluso abusos.

¿A las chicas embarazadas?

Sí, por parte de las monjas, del cura...

Abusos, ¿de qué tipo?

Físicos, psicológicos e incluso, a veces, sexuales. Lo cuento todo en el libro. Había un cura -yo tengo que creerme lo que me dicen- libidinoso y en las confesiones que les hacía casi a diario había preguntas demasiado indiscretas sobre cómo se quedaron embarazadas. Prefiero no contar más.Soy como una ostra, vivo metido en mi estudio. Soy un asocial cordial.

¿Las vejaban?

Les pegaban, las obligaban a trabajar, había mujeres embarazadas de nueve meses fregando suelos, las sacaban embarazadas para dar pena y pedir limosna por Valencia para conseguir dinero, las forzaban a unos trabajos abusivos, la alimentación era muy mala, les impedían comunicarse demasiado entre ellas, lo tenían que hacer un poco ocultas, les cambiaban el nombre para que no entablaran amistad y para impedir reencuentros futuros... Si Vicenta, a protagonista, se hubiera hecho muy amiga de mi madre biológica, si se hubieran dado los datos reales yo ahora la conocería, pero solo se acuerda que era una chica vasca.

Parece la casa de los horrores.

Eran tratadas como prostitutas, como pecadoras, les decían que sus hijos iban a ser hijos del diablo, que no estaban preparadas. Yo no me pongo en la piel. También en el libro mezclo las vivencias de la Casa Cuna Santa Isabel, que son reales, con las del Santo Celo, que es otra institución en Valencia. Y si en Santa Isabel estaban mal, en el Santo Celo ya era horroroso.

¿Peor?

No les dejaban ver la luz del día, estaban encerradas. A mí me contaba una madre que estuvo en su habitación y en el pasillo los cuatro meses del final de su embarazo. Comía pan, agua y lentejas los cuatro meses y no salió al patio. Estaban encerradas, literalmente.

Era como un castigo.

A estas pobres chicas además de tener la desgracia de ese embarazo, deseado o no deseado en el que nadie les ayudaba, las metían en una especie de prisiones rodeadas de monjas, serias, austeras, muy duras... Alguna buena había, y también las saco en el libro, que ayudaban a las pequeñas, las llamo así porque tenían 12 a 15 años. Era un régimen semicarcelario que les debió de marcar para toda la vida, porque estuvieron varios meses viendo gestar a su hijo mientras las personas que las estaban cuidando las trataban como delincuentes y pecadoras, haciéndoles odiar su maternidad, que es lo más bonito que le puede pasar a una mujer.

Y se quedaban sin el niño, directamente.

Y para colmo, cuando esa maternidad llegaba todas las madres que he conocido se querían quedar con esos niños pero les obligaban a entregarlo, no se puede hablar de robo -no hay ninguno constatado en Santa Isabel, aunque sí están denunciados-, pero si se habla de unas coacciones y una violencia psicológica absolutamente brutal y es muy fácil comprender que a una chica de 14 años no hace falta robarle el niño para quitárselo, cuando están los padres, las monjas, el cura diciéndole que es el hijo del demonio, que tiene que entregarlo para que esté mejor.

¿Qué persigue con la novela 'Mientras duró tu ausencia'?

Que no se olviden. Para más inri, ahora estas monjas a todos los hijos que hemos nacido allí nos siguen mintiendo, al decir que no van madres a buscar, cuando es falso. Este año ha habido dos reencuentros porque la madre buscaba también.