Ni millonaria ni coleccionista de alta costura. A Carmen Lomana no le gusta que se la defina así, de hecho, confiesa que siente ganas de ahogar los presentadores cuando se refieren a ella en esos términos. Se define como una mujer que ha vivido mucho, que ama la belleza y la cultura, que ha superado momentos duros y que, aunque la gente no se lo crea, podría ser feliz sin su famoso ropero, «el mejor de España», afirma.

¿Por qué usted despierta tanta curiosidad?

No tengo la menor idea. Es satisfactorio sentir el cariño de la gente. Da un poco de corte que te llamen y te pidan fotos, pero no me quejo. Si estoy en los medios se lo debo a ellos.

Está en los medios constantemente, pero da la sensación de que controla su intimidad.

Debes a tus fans una cierta exposición de tu vida. Soy muy tuitera y les mando fotos, pero hasta un punto. Nunca vendería mi vida, no cobraría a la prensa. No entiendo las exclusivas, ni que invites a tus amigos a tu boda y les tengas presos porque la has vendido. Es de mal gusto. Pero la culpa la tiene la prensa, que paga.

¿La fama es un divertimento?

No tengo conciencia de ser famosa. Soy la misma persona de siempre y me parece un regalo de la vida que la gente quiera hacerse una foto conmigo o me pida un beso. Eso no me ha hecho daño, me han hecho daño otras cosas, como la calumnia desde un medio en el que trabajaba.

¿Alguna vez ha pensado «por qué me he metido en esto»?

Cuando me dijeron que fuese a Mira quién baila, me la jugué. Lo hice en contra de mi familia y mis amigos. Nadie me entendía. Fue un reto contra mí misma por el esfuerzo y por las críticas hasta que salí al escenario.

¿La juzgan sin conocerla?

La gente opina de lo que no sabe y hace juicios de valor. Nunca hago caso de lo que me dicen. Nunca hago nada pensando en los demás. Si lo hiciera no hubiese sido tan feliz.

¿Es posible mantener esa contundencia en este mundo?

Tengo mucha fortaleza mental y tengo criterio, sé lo que quiero. Me dejo llevar por mi intuición. Por eso me gusta vivir sola, por eso creo que nunca me volveré a casar. He sido muy feliz casada y ahora soy muy feliz teniendo relaciones sin comprometerme demasiado. El día que decida vivir con un hombre, me casaré.

Dicen que vivir sola es una decisión que no tiene vuelta atrás.

No la tiene. Cuando has tomado las riendas de tu vida no te gusta compartirlas. Hay mujeres que tienen que casarse para que las mantengan, lo entiendo, y viudos que se casan en seguida para tener solucionadas las cosas de la casa. Ellos, en general, gestionan muy mal su vida y su soledad. Pero si eres una mujer independiente económicamente, vives bien, te diviertes y tienes amigas y amigos, no quieres casarte. Yo hubiese estado más dispuesta a casarme los tres años después de enviudar, que ahora.

Perdió a su marido y a su hijo. ¿Se puede recuperar una vida normal después de ese golpe?

Necesitas un tiempo de luto, pero tienes la obligación de recuperar la alegría. Cuesta mucho quitar ese poso de tristeza, pero lo consigues. Olvidar no, es imposible. Llevo mi anillo de casada y no ha habido un solo día desde que murió Guillermo que no haya hablado de él. Mientras le nombre estará en mi vida.

En ese momento, gestionar de repente todo el patrimonio…

Me ayudó. Se me vino encima un mundo que no conocía, yo no entendía nada de diseño industrial. Fue duro ir cerrando e indemnizando a todo el mundo. Fui generosa, les dije que montaran un negocio con lo aprendido. Les va de miedo.

La presentan como millonaria y coleccionista de alta costura.

Me apetece ahogar al presentador. ¿Tan poco valgo que me tienen que presentar como millonaria? Jamás he dicho que lo fuera.

Entonces, ¿cómo la definimos?

Como una mujer que ha vivido una vida interesante, plena, con sufrimiento, alegría, amor, desamor y que adora el arte, la moda, la cultura y la música. Pero no pierdo la cabeza por ello. La felicidad no está en tener el mejor ropero de España, que lo tengo. Sé que puedo dejar todo e irme a vivir una isla y ser igual de feliz. La felicidad me la dan el mar, el sol y la naturaleza. Y mis amigos. Adoro la política. La gente me ataca diciendo que lo tengo todo solucionado. Y si es así, ¿no puedo sufrir por lo que le pasa a la gente de mi alrededor? Si compras bolsos de Hermès y modelitos de Chanel no tienes derecho a opinar.

Si fuera ministra de Economía…

Eliminaría las duplicidades de las autonomías y los coches oficiales. No daría dinero a bancos quebrados ni recortaría en educación y sanidad ni subiría los impuestos. Nos convierten en esclavos de una máquina infernal en la que no sabes para quién estás trabajando ni a dónde va el dinero, ¿a cubrir agujeros de personas que han malversado? Los miles de millones que han inyectado en Bankia y lo que han pagado a los que la han llevado a la bancarrota serviría para devolver el dinero a los clientes.

¿Ha pensado entrar en política?

Me encantaría, pero soy demasiado libre y honesta. No duraría cinco minutos. No se puede aguantar que el presidente del Gobierno no nos explique a dónde vamos ni por qué está tomando medidas que atacan a los ciudadanos, que somos los únicos no culpables. La justicia no es igual para todos. Urdangarín nos ha robado y su mujer está pintando la casa de Pedralbes.

¿Le afecta la crisis?

Sí, emocionalmente por lo que veo a mi alrededor y económicamente porque el 90% de mis oficinas, arrendadas hace dos años, están vacías. Intento gastar lo justo. Lo único que me dolería es tener que prescindir de la gente que trabaja para mí.

¿Conocemos a la Carmen real?

Soy transparente. Quien quiere conocerme, si no lo hace es porque es muy torpe o porque realmente no tiene interés.