Llega el verano y, con el calor, la necesidad de comer alimentos ligeros, frescos y refrescantes. Los guisos y platos contundentes del invierno son sustituidos por sopas frías, ensaladas y fruta de temporada, una opción alimenticia sabrosa, baja en calorías y necesaria para mantener un buen estado de salud.

Melón: El 90% del melón es agua y aporta 33 kilocalorías por cada 100 gramos. Es rico en vitaminas A, B y C y se cultiva en casi todos los países del mundo con clima cálido y poco lluvioso, de ahí que su consumo mundial sea muy alto.

Sandía: Es una de las frutas que más agua contiene, por encima del 90%. Aporta menos de 20 kilocalorías por cada 100 gramos y a pesar de su sabor dulce, el contenido de azúcares es bajo. El color rojizo de su pulpa se debe a la presencia del pigmento licopeno, sustancia con poder antioxidante. Posee propiedades depurativas y es saciante. Para saber si una sandía está madura sólo hay que darle unos golpes con los dedos o la palma de las manos y comprobar si suena a hueco.

Cereza: Posee propiedades antioxidantes capaces de neutralizar los radicales libres, principales responsables de la aparición de muchas enfermedades degenerativas, el cáncer o las dolencias cardiovasculares.

Fresa: Sabrosa y nutritiva, combina muy bien con otras frutas y con productos lácteos y se aconseja consumirlas poco después de comprarlas. Al igual que las frutas anteriores, tiene un alto contenido en agua su aporte calórico es muy escaso: sólo 37 calorías por 100 gramos. Rica en vitamina C.

Ciruela: Dada su riqueza en fibras, es el mejor remedio para prevenir el estreñimiento. Además de la fibra, contienen un 80% de agua y muy pocas calorías.

Melocotón: Perteneciente a la familia de las rosáceas, posee beta-caroteno, un potente antioxidante que, entre otros aspectos, ayuda a prevenir la aparición del cáncer.