­Musa de Yves Saint-Laurent en sus últimos días de gloria y hoy presentadora de «Solo moda», en TVE-1, sigue siendo, después de tantos años repletos de éxitos, una sublime encarnación española de la elegancia y el buen gusto.

¿Cómo ha conseguido mantenerse tanto tiempo en un mundo tan difícil? ¿La moda es una trituradora de rostros y cuerpos?

De miles sobreviven a modas y épocas muy pocas. Hay que ser profesional, saber dar a la empresa lo que está buscando en cada momento, saber representar su estilo. Me siento satisfecha, orgullosa de mi trabajo y soy muy consciente de que este es un negocio en el que hay que vender. Si no vendes te quitan, rápidamente. Es un mundo muy especial en el que todo está muy estudiado.

¿Qué ha aprendido en estos casi veinte años que acumula de profesión?

He aprendido tanto... De la vida, de mí... Empecé con 17 años y me he hecho mujer. He vivido en cientos de países, he aprendido idiomas, a conocer y respetar a la gente desde la soledad. La estabilidad mental que me ha proporcionado la familia en estos veinte años es lo que me ha permitido seguir ahí, con ilusión y ganas porque no es fácil mantener el orden.

¿Qué es lo realmente difícil de su profesión?

Que empiezas de muy jovencita en un mundo de adultos. No hay más peligros o tentaciones que en otra profesión, lo realmente duro es la soledad, que empiezas a volar muy joven y sola. Hay que tener los pies en la tierra porque si no te puedes perder por ese camino, pero en todos. Este no es un negocio que viva al margen de la realidad, todo lo contrario. Yo por ejemplo no tengo la sensación de haber tenido que renunciar a nada pero sé que cuando persigues un sueño no lo puedes tener todo. Vivo mi profesión como algo muy normal.

Pero usted ha tenido la gran suerte de haber sido modelo en la época de las grandes modelos.

Es verdad, siempre se lo digo a las chicas que empiezan ahora, es lo único que no les envidio. He vivido la gran época, justo cuando las supermodelos casi estaban terminando. Era la época dorada de la moda, un mundo fascinante, te llevaban y te traían sin limitaciones ni presupuestos. Ibas a Hawai y te fotografiaban delante de una pared blanca. He vivido situaciones surrealistas, pero también es bueno crear con menos presupuesto porque el ingenio, lo veo, se dispara.

¡Usted ha nacido con estrella! Ahora triunfa en la televisión con un programa Solo moda, profesional y didáctico.

Mi estrella me la curro. Te ponen el caramelo pero hay que sabérselo trabajar. Es un programa del que nos sentimos muy orgullosos, es serio. No lo dudé porque además es un programa que apoya a nuestra industria en un momento en que lo está pasando extremadamente mal. Siempre me he preguntado hacia donde vamos porque la pasarela de Madrid, por ejemplo, es el fruto del trabajo de seis meses de nuestros diseñadores pero después no son capaces de venderse al mundo. Se han convertido en algo muy local, no vienen compradores de fuera. Nos falta eso, que nuestra moda se exporte.

Los gobiernos llevan años intentándolo sin éxito. ¿Es una batalla perdida?

No soy nada optimista, creo que no vamos por buen camino. En algo fallamos, no conseguimos que la gente de fuera se interese por nuestra moda. Los diseñadores que triunfan son los que se han ido fuera. No hay industria pero sí un apoyo como en ningún otro país del mundo. Es impensable que un ayuntamiento o comunidad financie pasarelas carísimas y aquí sí se hace, así que los diseñadores tienen una gran suerte. Muchos de ellos sin esa ayuda no existirían pero no sé si eso es bueno o muy malo. Nos falta industria, que es la que genera muchos puestos de trabajo y nos sobra talento. Hemos democratizado la moda, eso sí. Zara ha sido realmente una gran escuela.

Lo dice usted que ha llevado y lleva los vestidos más caros del mundo.

Yo llevo arte. Cuando ves como hacen sobre ti un traje de alta costura, lo he vivido miles de veces, ves esas manos trabajando, esa perfección, ese patrón que es único, para ti, entiendes que es arte y que no tiene precio. Nunca pienso qué barbaridad si no que me repito la suerte que tengo. Llevo años y años y me entusiasmo cada día más con el trabajo bien hecho. Es como si me pusiera el Museo del Prado o el Metropolitan de Nueva York entero, todo sobre mí. Me vuelvo loca, parece que estoy empezando.