Ha desvelado algunos secretos del caso Vatileaks que usted mismo recoge en su último libro Los cuervos del Vaticano. ¿Qué tipo de documentos se filtraron en esta trama?

De las 67 filtraciones que se produjeron, yo recojo en mi libro 47 documentos de temas muy dispares. Por ejemplo, casos de corrupción o esclavitud sexual que se produjeron durante el mandato de Juan Pablo II; un posible complot para asesinar en 2011 a Benedicto XVI o simples facturas que mostraban el estilo de vida ostentoso del Pontífice. Con respecto a España, destaco el papel ambiguo que juega la Iglesia católica en relación con ETA en el País Vasco.

¿Alguna confidencia anecdótica que quiera destacar?

En concreto recuerdo que cuando el papa Ratzinger conoció a Juan Pablo II se atrevió a decir entre su círculo más cercano que éste no sabía nada sobre teología. Cuestión a la que Juan Pablo II pudo haber respondido con un «usted no sabe nada de política», como posteriormente se demostró.

Con 1.200 millones de seguidores, la Iglesia católica resulta una institución muy influyente.¿Existen luchas de poder es en el seno de la Santa Sede?

Constantemente. Como en todas las guerras, siempre hay dos bandos. En este caso, por un lado, se encuentra el grupo de los diplomáticos con Angelo Sodano a la cabeza y, por otro lado, los seguidores de Tarcisio Bertone. Estos son los dos sectores duros del Vaticano, que se dan auténticos navajazos por lograr el poder de la institución. De hecho, tal es la rivalidad que se dice que en 2006 alguien cercano a Bertone introdujo una frase muy polémica y peyorativa sobre Mahoma en un discurso de Sodano pronunciado en tierra musulmana. Evidentemente, este desacierto provocó reacciones de rechazo en los países árabes y el cese de Sodano como Secretario de Estado. Un nombramiento que recae estratégicamente en manos de Bertone.

Predijo la dimisión del Papa en su último libro. ¿Qué tipo de indicios tuvo para suponer tal renuncia con antelación?

Desde el comienzo de su mandato el Pontífice mostraba algunos signos de debilidad ante la misión que se le había encargado. Se dice que nada más pronunciar su primer discurso, se dirigió al crucifijo de la Capilla Sixtina y le pidió fuerzas para gobernar. Además, Benedicto XVI se sentía ya mayor y no dejaba de hablar sobre sus planes para la jubilación. Pero al margen de estas anécdotas, lo que era evidente es que el papa Benedicto XVI nunca llegó a controlar la máquina política de Vaticano. No fue capaz de gobernar y tampoco recibió mucha ayuda de las personas que le rodearon.

Y en cuanto al poder económico de la institución,¿qué papel juega el Banco Vaticano?

Lo que debería ser un Banco con fines sociales y benéficos constituye uno de los mayores blanqueadores de dinero del mundo. En primer lugar, hay que mencionar las diferentes fuentes de financiación del banco: el óbolo de Pedro, del que se quedan el 50%; los museos vaticanos y el propio Banco IOR. De las cuentas del IOR se recauda las mayores sumas de dinero. Cuentas donde la mafia siciliana y terroristas de Europa del Este buscados por la Interpol lavan sus fortunas. El procedimiento que sigue el banco para el blanqueo de dinero es el siguiente: la institución se queda con el 50% de las cuentas de sus titulares en concepto de donación y desvía el otro 50% a fundaciones benéficas. De esta manera se podrá trasladar estas sumas de dinero sin problema alguno a bancos de otros países.

¿Y ninguna personalidad o país se pronuncia ante tal sistema financiero corrupto?

Sí, el Consejo de Europa, por ejemplo,ha establecido un equipo de expertos llamado Moneyval que se encarga de vigilar de cerca a aquellos Estados miembros que incumplen la ley. En concreto, de las 46 normativas vigentes el Vaticano solo cumple cuatro en su totalidad y ocho de forma parcial, lo que lo convierte en un paraíso fiscal para todos aquellos que quieran evadir impuestos, por poner un ejemplo. En este sentido,Hilary Clinton también se ha pronunciado en numerosas ocasiones e incluso en el año 2010 aprobó una ordenanza para que se vigilase con lupa las cuentas del Vaticano.