«¿Es el sexo lo que creemos que es?» es el título de la charla que hoy ofrece en La Térmica. ¿Sabemos lo que es el sexo?

En un alto porcentaje, la gente no sabe qué es el sexo. Hemos inculcado a las personas una idea equivocada de lo que es el sexo. Si le pregunta a un lingüista qué es el lenguaje, te dirá, primero, que no es sencillo definirlo, pero lo que nunca te dirá es que es aquello que sirve para discutir. Haciendo un paralelismo con el lenguaje, muchos dirán que el sexo es aquello que crea problemas. El sexo no es, por tanto, lo que la gente cree sino lo que le han hecho creer.

¿Y quiénes son los que nos han engañado al respecto?

Pues las esferas de poder. En nuestra sociedad occidental interesa un único modelo de sexualidad. Un modelo que, además, se ha mercantilizado, ya que está explicado desde una única perspectiva: lo masculino y el coito. De esto vive muchísima gente, como comprenderás, desde los fabricantes de condones hasta los de los tupper sex. El sexo es muchísimo más sencillo que todo esto y no es problemático, al contrario, es un valor en sí mismo. Y todo lo que se ha vendido alrededor del sexo se ha vendido porque interesaba. El filósofo Michel Foucault lo llamaba biopolítica. Y es así: el sexo es política. A las esferas de poder les interesa que seamos temerosos de nuestra sexualidad, porque un ser humano que tiene miedo es más controlable, más sumiso. Y por eso se crea un modelo de sexualidad del que no logramos salir. No hemos evolucionado nada con los años.

¿Podríamos afirmar que la iglesia católica es el agente más activo entre los que forman esas esferas de poder que quieren controlar nuestra sexualidad?

Efectivamente. La religión ha tenido y tiene muchísima responsablidad. La institución de la iglesia católica es tremendamente lista. Después de darnos fuerte con Juan Pablo II y Benedicto XVI, ahora nos quieren hacer creer que con Francisco todo va a cambiar. Pero no piensan cambiar nada. Pensando que somos idiotas, la institución está intentando hacer un lavado de imagen, pero estoy segura de que volverán al ataque.

Esta semana hemos sabido de un colegio católico en Málaga que no permite que un alumno transexual acuda a clases con falda.

Eso se llama ignorancia total. Además, ellos predican el amor hacia el prójimo y yo no veo ningún amor en este caso. La transexualidad es un tema complicado, pero no tanto: esta persona, que nació en cuerpo de hombre, se siente mujer. No es una cuestión de genitales sino de la esencia del ser. Ella es una chica a todos los efectos, incluso si tiene pene.

El colegio alega que los demás alumnos se podrían sentir violentados al ver a un compañero con uniforme femenino.

Los niños ven estas cosas como algo natural. Hay que proteger más a los niños de la culpa de los adultos que del sexo. Nosotros, como adultos, que no nos acordamos de lo que es la inocencia, proyectamos esos sentimientos de culpabilidad sobre los niños. Ellos no le dan importancia a estas cosas. Son los padres los que retuercen y rizan el rizo.

El papa Francisco parece tener un planteamiento más aperturista, reconociendo a los homosexuales y abriendo la puertas a las mujeres.

A mí me encantaría. Y creo que es fenomenal todo lo que ha dicho. Pero me parece que tú y yo nos moriremos sin ver a una mujer en la iglesia. Y no quiero ser pesimista.

En su último libro, El método Valérie, reivindica lo lúdico de la sexualidad. Woody Allen decía que el sexo es lo más divertido que puede hacerse sin necesidad de reírse.

Sí. Sexo y humor están muy relacionados. Y tienen mucho en común porque es la distancia más corta que existe entre dos personas. Hay que hacer de la sexualidad una actividad ociosa, no un problema.

¿Qué opina del actual éxito de Cincuenta sombras de Grey?

El único mérito que tiene Cincuenta sombras de Grey es que ha puesto a leer a mucha gente que no había leído un libro en su vida. Al menos habrá conseguido que la gente no use el verbo haber cuando escribe «a ver si nos vemos». Lo paso fatal con estas cosas. Siempre ha habido mediocridad, pero no creo que se superen los niveles que hay ahora.

Mediocridad en la literatura, en la televisión...

La televisión es el nicho preferido de los charlatanes y los papamoscas.

La oferta televisiva es paupérrima, sobre todo en Canal Sur, que se permite el lujo de acabar con programas como La semana más larga. ¿Cómo ve que se acabe con la pluralidad de contenido en una televisión pública?

Estoy muy triste por eso. Ya sabemos que la televisión es lo que es: un día estás y otro no. Pero no entiendo cómo se han podido cargar el programa de Manu Sánchez de un plumazo. Y no fue por problemas de audiencia. Andalucía está pasando por momentos terribles, y ahora lo que interesa es poner toros y flamenco y no un programa que haga denuncia social.

Por lo que dicen y hacen, ¿no cree que los políticos españoles practican poco sexo?

Con el tiempo que les sobra entre las tonterías que dicen, como que ya nos estamos recuperando de la crisis, deberían practicar mucho sexo. Creo que esta señora que dice que los parados son delincuentes lo que hace después de decir esas tornerías es volverse a su casa a follar. El problema es que no tendrá orgasmos. Porque una persona que los tiene deja de tener la razón nublada. Creo que los políticos follan, porque tienen tiempo, pero follan mal. Y si eso ayudara a que el país fuese mejor, yo me ofrecería para darles unas clases de sexo gratis a los políticos españoles. No tener sexo con ellos, sino a enseñarles cómo se hace.