La mayoría de los grupos de la oposición han rechazado por exprés y mercantilista el proyecto de ley de evaluación ambiental, que no obstante ha pasado su primer examen en el Congreso de los Diputados por el voto mayoritario del Grupo Popular.

El proyecto, que según Cañete persigue reforzar la protección ambiental, simplificar y agilizar los procedimientos y homogeneizar la legislación en todo el territorio nacional, controlará, ente otros, los impactos ambientales de extracción de hidrocarburos mediante la polémica técnica de fractura hidráulica o 'fracking'.

El ´fracking´ es el sistema de extracción de gas del subsuelo mediante la fractura hidráulica de las capas rocosas situadas bajo tierra. A estas técnicas utilizadas para perforar las rocas y extraer gas mediante la inyección de agua y otras sustancias a una presión muy alta se les atribuye el riesgo de contaminar los acuíferos subterráneos y de llegar a provocar pequeños seísmos.

Sotés, a unos 18 kilómetros al sudoeste de Logroño, es uno de los pocos municipios de España que cuentan con un proyecto de explotación de hidrocarburos y no tienen colgada ninguna pancarta de protesta en sus calles. El pozo de extracción de gas Viura-1 está siendo construido a las afueras del núcleo urbano de este municipio riojano de 300 habitantes y podría entrar en servicio el año próximo.

El alcalde de Sotés, Antonio Rodríguez Alonso, explica a Magazine que "el pozo no ha causado problemas, y la empresa ha pagado por los terrenos afectados mucho más de lo que se esperaba, además de dar algunos puestos de trabajo". Gracias a los impuestos y los contratos de la nueva industria gasística, el Ayuntamiento de Sotés podrá liquidar la deuda de 300.000 euros que acumula desde hace años. En Sotés no hay atisbo de polémica como ha sucedido en muchos otros lugares recientemente con proyectos de explotación gasista, en su inmensa mayoría vinculados al 'fracking', la nueva técnica de extracción.

Rodríguez Alonso se muestra satisfecho con el pozo de gas precisamente porque "no es de eso que llaman 'fracking'". Ciertamente, Viura-1 y el resto de las prospecciones de la zona de Sotés -las más importantes que se realizan en España en estos momentos- tratan de explotar recursos de gas natural sin necesidad de utilizar en sus pozos la nueva tecnología de fracturación hidráulica de la roca que se conoce como fracking.

Mientras Sotés vive con tranquilidad la perforación del Viura-1, más de 300 ayuntamientos y administraciones comarcales y autonómicas de casi toda España han firmado durante los últimos meses declaraciones y leyes en contra de la extracción de gas utilizando el 'fracking'.

Las organizaciones ecologistas no han dudado ni un momento en alentar y dar apoyo a la movilización ciudadana en contra de lo que consideran una nueva amenaza, mientras que algunos sectores de técnicos y empresas especializadas defienden la fracturación hidráulica como una alternativa para reducir la dependencia energética de nuestro país. La falta de información y los prejuicios dificultan el debate.

Los pozos tradicionales han sido hasta ahora los más utilizados, pero las reservas empiezan a ser escasas en todo el mundo.

En los pozos convencionales de petróleo o de gas, después de hacer la perforación vertical, los hidrocarburos salen a la superficie de forma espontánea -por diferencia de presión-, por bombeo o inyectando agua en volúmenes relativamente pequeños. Pero ante el agotamiento de los yacimientos tradicionales, los técnicos han desarrollado procedimientos para extraer hidrocarburos en zonas más profundas, difíciles o, con las técnicas convencionales, poco rentables. Este es el caso de zonas ricas en un tipo de roca llamado esquisto, (shale, en inglés), que a más de 1.500 metros de profundidad pueden acumular petróleo o gas de forma muy dispersa en sus pequeñísimos poros.

Con todo, el embrión de estas nuevas técnicas se remonta a los años veinte, cuando en Estados Unidos se realizaron las primeras pruebas para extraer gas en este tipo de rocas, aunque no fue hasta los ochenta que se perfeccionaron las técnicas que actualmente se conocen como 'fracking'. Estas explotaciones están formadas por un pozo principal excavado en vertical hasta llegar a la roca madre situada a profundidades de entre 2.000 y 5.000 metros. A partir de este pozo principal, se excava una red de túneles en horizontal con el objetivo de alcanzar un volumen más amplio de roca madre. A continuación se fuerza la salida del gas fracturando la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y productos químicos.

En Estados Unidos, el crecimiento de esta técnica es exponencial. El pasado mes de febrero, Adam Sieminski, director de la Administración de Información de Energía, destacaba que el gas procedente de fracking (shale gas), que en el año 2000 representaba menos del 2% de la producción de gas en ese país, ya llega hoy a un tercio del consumo total, y el 2040 se espera que represente el 50%. Esta evolución presiona fuertemente a la baja los precios del gas, con posibles repercusiones a escala internacional. La fiebre del 'fracking' ha empezado a extenderse por el resto del mundo, aunque de momento solamente sea a partir de estimaciones de los recursos potenciales y algunos sectores vean en esta industria un nuevo movimiento especulativo.

Un informe del 2011 de la Agencia Internacional de la Energía indica que en Europa los países que tienen más recursos de gas explotables por fracking son Polonia, Francia, Noruega, Ucrania y Suecia.

¿Y en España? El estudio ´Gas no convencional en España, una oportunidad de futuro´, publicado en marzo por el Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas, destaca que las principales áreas de España donde se podría encontrar este tipo de gas serían "las cuencas vasco-cantábrica, pirenaica, del Ebro, del Guadalquivir y bética".

En una línea de optimismo muy parecida, el informe de evaluación preliminar de recursos de hidrocarburos publicado en aquellas mismas fechas por la Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración, Producción y Almacenamiento de Hidrocarburos (Aciep) apunta que los recursos potenciales del gas que se podrían extraer con fracking en España sumarían un volumen equivalente al consumo de gas de todo el Estado durante 39 años. El estudio destaca que las iniciativas empresariales más importantes para estudiar la aplicación de fracking en España están en el País Vasco, Cantabria y Castilla y León.

El primer gran anuncio de la existencia de recursos potenciales de shale gas en España fue realizado en octubre del 2011 por el entonces lehendakari Patxi López. Según los cálculos presentados por el líder socialista en una visita a Dallas (Texas, EE.UU.) -donde fue recibido por la industria norteamericana del sector-, el subsuelo de Álava acumula un volumen de gas equivalente al consumo del País Vasco durante 60 años (o de toda España durante cinco años). El entonces lehendakari presentó el descubrimiento de los recursos potenciales de gas como un tesoro para el futuro del País Vasco. Pero ni Patxi López ni el grupo de periodistas que le acompañaban en aquella visita al corazón de la Norteamérica petrolífera advirtieron que el gas alavés se encuentra principalmente en formaciones de roca esquistos y que, por tanto, su extracción requeriría la utilización del 'fracking'.

Es innegable que toda actividad industrial o extractiva tiene un impacto sobre el medio ambiente. Pero, ¿el 'fracking' supone una amenaza sustancialmente diferente o irreparable en comparación con pozos convencionales como los se explotan ahora en el pueblo riojano de Sotés?

La respuesta no es fácil y puede estar condicionada por los intereses cruzados entre defensores y opositores de esta técnica. Uno de los estudios que pueden ayudar a tener una idea general de la cuestión es el informe encargado por la dirección general de la Energía de la Comisión Europea (con el rimbombante título Apoyo a la identificación de los riesgos potenciales para el medio ambiente y la salud humana derivados de hidrocarburos que implican operaciones de fracturación hidráulica en Europa), liderado por la empresa especializada AEA Technology de agosto del 2012.

El estudio se basa en la experiencia del 'fracking' en Estados Unidos -el único país del mundo donde esta técnica se utiliza de forma masiva, de momento- y destaca una decena de apartados y riesgos que tener en consideración.

El resumen ejecutivo del informe indica, en primer lugar, que el 'fracking' utiliza volúmenes de agua y productos químicos superiores a las extracciones de gas convencionales. El estudio reclama en este sentido la máxima atención para evitar que los productos químicos que se utilizan para deshacer la roca y las aguas residuales que salen de los pozos puedan contaminar el subsuelo o las aguas subterráneas y superficiales. En el mismo apartado, se propone la reducción del número de productos químicos utilizados en el 'fracking' y la información pública sobre estas sustancias.

A partir de algunas experiencias concretas conocidas en Estados Unidos, el estudio europeo recomienda una selección minuciosa de los terrenos donde se pretende practicar la fracturación hidráulica con el objetivo de minimizar el riesgo de movimientos sísmicos. Finalmente, el estudio hace recomendaciones para reducir la ocupación de territorio en las explotaciones de 'fracking', minimizar el impacto en el tránsito de vehículos en los accesos a estas instalaciones y evitar los ruidos y las molestias a los vecinos.

Paco Ramos, portavoz de Ecologistas en Acción, considera que los riesgos ambientales del fracking existen y que su gravedad "dependerá de cada localización y cada pozo, de si hay acuíferos cerca, de si hay materiales radiactivos o de cual sea la disponibilidad y la competencia por el agua". Ramos destaca que "los riesgos más importantes del 'fracking' son la introducción en el subsuelo de líquido con aditivos y, sobre todo, el retorno permanente de los líquidos asociados a la producción". El tratamiento de estos líquidos "es un problema porque no se puede hacer en plantas normales, y en Estados Unidos se ha optado en muchos sitios por volver a meter el agua contaminada en pozos abandonados, es decir, enterrarlo para siempre sin tratamiento", afirma.

La portavoz de la plataforma empresarial Shale Gas España, Mónica Cristina, destaca que, pese a las acusaciones de secretismo, "hoy en día, en Estados Unidos se declaran los productos químicos que se utilizan en el fracking, y en Europa todos las sustancias químicas que se utilicen deberán ser autorizadas previamente". Cristina asegura además que las cinco empresas que forman parte de esta plataforma "se han comprometido a declarar cada uno de los productos químicos que quieran utilizar en sus pozos".

Juan Carlos Muñoz, vicepresidente de la Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración, Producción y Almacenamiento de Hidrocarburos (Aciep), considera que "el tema de los productos químicos que se utilizan en el fracking es un mito". "No se utilizan 500 productos contaminantes como afirman algunos sectores contrarios al fracking ni estas sustancias son tan peligrosas se pretende hacer creer", indica Muñoz, que también es director corporativo de la empresa BNK en España.

El vicepresidente de Aciep cree que "prácticamente todas las críticas contra el fracking son mitos o producto de la falta de información" y reclama que se considere los recursos nacionales de shale gas "una riqueza para nuestro país". En una interpretación muy diferente, Paco Ramos afirma que, "como ocurre en muchos problemas ambientales", las primeras fases del debate han sido de falta de información por parte de las administraciones y las empresas y que "han tenido que ser las plataformas ciudadanas las que tomen la iniciativa para exponer los riesgos potenciales".

Las fases de actividad del 'fracking'

Perforación: el primer objetivo cuando se realiza la perforación es llegar a la roca donde se encuentra el gas. Para ello es necesario realizar perforaciones en vertical y horizontal de varios miles de metros para poder sacar el gas.

Bombeo del líquido: una vez en la veta, el líquido, compuesto por agua y otros agentes, como arena y otros agentes, como arena y cerámica, es inyectado. La arena y la cerámica permiten mantener abiertas las grietas, y el fluido inyectado a alta presión crea facturas.

Liberación del gas: una vez se haya aumentado el tamaño de las grietas naturales la mezcla de agua es bombeada de vuelta hacia la superficie y el gas liberado sigue el mismo trayecto que el agua a través de la red de tubos.