La muerte del actor norteamericano Philip Seymour Hoffman por sobredosis de heroína ha destapado el repunte del consumo de esta sustancia en Estados Unidos, con un aumento de un 80% en cinco años, una situación lejos de la de España, donde su demanda es minoritaria, frente al alcohol, cannabis o cocaína.

Razones culturales y sanitarias y las diferencias evidentes entre los dos países, según expertos consultados por Efe, no hacen prever en España un aumento del tráfico de heroína, una droga asociada a la marginalidad y la delincuencia que alcanzó los mayores índices en los años 80.

De hecho, las estadísticas reflejan una tendencia a la baja en la demanda de la mayor parte de estupefacientes y en el caso de la heroína es residual: sólo un 0,1 % de la población la consume, según la Encuesta Domiciliaria sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES) 2011-2012, que cada dos años elabora la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.

La diferencia respecto a hace unas décadas es que la heroína ha pasado a tomarse inhalada, en lugar de inyectada, según expertos en tratamiento de drogodependientes, con lo que se evita la transmisión de enfermedades infecciosas. La edad media de inicio, en torno a 21 años, es también más tardía que la del alcohol o el cannabis, de mayor consumo.

La encuesta señala que el porcentaje de personas que había probado alguna vez en su vida el cannabis, un 27,4%, bajó casi cinco puntos respecto a dos años antes (32,1%). No obstante, la proporción de consumidores que declararon haberla tomado en un solo año no llega al diez por ciento y en el caso de la cocaína, éxtasis o alucinógenos es muchísimo menor.

En cuanto a la heroína, los expertos constatan que la demanda está estabilizada en España y un repunte sería poco probable. Es una droga que "no está bien vista, puesto que siempre ha estado muy vinculada a la marginalidad, la delincuencia, y además representó un problema de salud grave", explica a Efe Mercedes Rodríguez, directora presidente de Proyecto Hombre Madrid.

Las condiciones socioculturales entre España y Estados Unidos "son muy diferentes" -añade- ya que "durante los años 80 aquí se vivió una epidemia relacionada con la heroína que en Estados Unidos no han tenido".

Eusebio Megías, director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), considera que la prevalencia de una u otra droga depende de cuestiones sociales y culturales, de "modas", pero la imagen de la heroína está tan estigmatizada que es "poco probable" que se vuelvan a dar las condiciones socioculturales para que vuelva a extenderse su consumo.

"Existe una memoria histórica en la imagen con que se ve la heroína en España, y al contrario de lo que sucede por ejemplo con la cocaína, ésta es una imagen nada glamurosa. Nadie quiere ser visto como un 'yonqui'", señala el director técnico de la FAD.

En Estados Unidos -precisa- se ha achacado el repunte en el consumo de heroína a un parón en el suministro de opiáceos por parte de los sanitarios, un argumento, dice Megías, que no es válido para España, donde los opiáceos y tranquilizantes "ni se recetan ni se consumen tanto" como allí y están mucho más regulados.

Sin embargo el aspecto principal que aleja a los españoles de la heroína, según el informe EDADES, es la alta percepción de riesgo que se tiene sobre esta sustancia.

Los últimos datos muestran que la población considera a la heroína como la droga que más problemas puede provocar en caso de ser consumida una vez o menos al mes, por delante de las sustancias alucinógenas, el éxtasis o la cocaína, por ese orden.

Pero además de la conciencia de riesgo, el director técnico de la FAD señala otro factor decisorio en la prevalencia de los estupefacientes, que es la expectativa de beneficios, el provecho que la gente espera obtener al consumir una droga.

"Con otras drogas como el cannabis o la cocaína la gente conoce teóricamente los riesgos, pero las expectativas de beneficios hacen que asuman ese riesgo", ha explicado Megías, quien ha añadido que en el caso de la heroína, por su imagen degradada, sucede lo contrario.

El perfil del consumidor también ha cambiado con respecto al estereotipo creado en los 80 ya que, según la directora de Proyecto Hombre, ahora se corresponde con el de "un policonsumidor para el que el mayor problema son la cocaína y el alcohol, dejando la heroína en términos más residuales".

Por otro lado, los jóvenes entre 14 y 18 años tampoco se sienten atraídos por la heroína, según César Sánchez Prieto, director del Programa de Adolescentes y Familias de Proyecto Hombre Madrid, quién ha señalado que sólo han recibido "un caso de una joven con este tipo de problemas en tres años".