La Fiesta de San Valentín, el 14 de febrero, no es un invento de los grandes almacenes, como muchos sostienen, aunque éstos aprovechen para hacer caja en esta festividad que realmente tiene sus orígenes en el mundo romano, como reivindica cada año Mérida con su actividad "Enamoraté de Augusta Emérita".

Para ello, el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (MNAR) habilita todos los 14 de febrero un espacio especial para que los visitantes puedan fotografiarse con alguna de las piezas del museo que tienen detrás una historia romántica.

Según la investigadora y conservadora del museo, Pilar Caldera, se trata de relacionar al visitante con el "patrimonio inmaterial" de lo que está viendo y también con su propia identidad, que en este caso no es otra que la de recordar que el origen de la festividad de San Valentín pertenece a los pueblos mediterráneos en los que se asentaba el mundo romano.

Valentín fue un sacerdote cristiano que vivió a finales del siglo III o principios del IV, que casaba en secreto a los soldados en servicio activo, algo que estaba prohibido desde el origen de los ejércitos en Roma, para darle un "lazo sagrado" al amor entre parejas y a la familia, tal y como propugnaba el cristianismo.

Por contradecir al poder, este sacerdote fue decapitado un 14 de febrero, según cuenta la tradición, aunque Caldera considera que lo ocurrido "puede acercarse bastante a la realidad".

Lo que sí es cierto y está suficientemente documentado es que la festividad de San Valentín se convirtió entonces en "una tradición que glorificaba el matrimonio, la familia, el amor en pareja desde época muy antigua", aunque "luego pasara a la cultura anglosajona y se le diera otro impulso", añade la historiadora en declaraciones a Efe.

Es en ese desarrollo posterior de la fiesta, según Caldera, cuando los anglosajones asocian a Cupido, el dios romano del deseo amoroso, con la figura de San Valentín, por su mismo origen, a pesar de que ambos representan en sí "una contradicción de dos tendencias de pensamiento en el mundo romano, el amor cristiano con la imagen eterna del amor pagano".

Para recordar los orígenes de la fiesta, los visitantes del Museo de Arte Romano de Mérida se fotografiarán este año con un mosaico que hace alusión a la música de los enamorados y se llevarán un CD con poesías de la lírica latina, así como con una explicación de la historia romántica que esconden algunas piezas.

Además, este año se hará especial mención en este material a los los amores de Octavio Augusto y Libia, ya que en 2014 año se celebra el bimilenario de la muerte de este emperador romano, fundador de Augusta Emérita.

Según Pilar Caldera, "a través de los restos epigráficos, pero también de las piezas de arte menor y de uso cotidiano se pueden seguir muchas historias de amor en el museo", entre ellas varias lápidas funerarias que reflejan la pasión por la pérdida del ser amado.

Caldera reconoce que aunque el amor romántico como se conoce en la actualidad no surge hasta el siglo XIX, "el romano ha dejado en los textos literarios grandes historias amor" en los que la "glorificación de la pasión va más allá de lo sexos", pues no sólo se canta al amor heterosexual.