La misión Rosetta ha constatado la existencia de 18 pozos en el hemisferio norte del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, con una profundidad de entre 100 y 200 metros, y ha observado por primera vez actividad en ellos.

En un estudio publicado en la revista Nature, investigadores de la misión Rosetta, entre ellos españoles, describen la actividad y plantean un escenario sobre el origen de estos 18 pozos, unas cavidades circulares y profundas similares a los pozos naturales terrestres, de las que se sabe son habituales en muchos cometas.

En 1988 se hallaron por ejemplo en el Halley y su origen ha sido discutido durante décadas por la comunidad científica.

Esta investigación, que por primera vez observa actividad de chorros de gas y polvo emergiendo de las paredes de los pozos, aporta luz sobre el origen de éstos y pone de manifiesto el carácter heterogéneo de los primeros cientos de metros bajo la actual superficie del cometa 67P, al que "persigue" la sonda Rosetta.

Las observaciones han sido posibles gracias a la cámara Osiris (con tecnología española) de Rosetta, de la Agencia Espacial Europea.

Por parte española, han participado en este trabajo científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Astrofísica de Andalucía y el Centro de Astrobiología.

Entre julio y diciembre de 2014, la misión Rosetta observó el cometa 67P desde una distancia de apenas ocho kilómetros, lo que "nos ha permitido distinguir y ver con un detalle inigualable", ha indicado en una nota Pedro J. Gutiérrez, del astrofísico andaluz.

Gracias a esta cercanía y seguimiento constante al cometa, los científicos han podido observar que los chorros de gas y polvo se producen cuando los hielos del núcleo subliman (paso del hielo a gas), ha explicado a Efe Luisa M. Lara, del equipo Osiris.

Los científicos hallaron 18 pozos solo en el hemisferio norte del cometa -Lara ha opinado que cuando se explore el hemisferio sur se encontrarán más-, con características similares a los ya vistos y probablemente mayores.

En cuanto a su origen, los firmantes de este artículo agrupan las explicaciones en dos escenarios.

Uno primordial, es decir, que los pozos se formaron así desde el inicio de los tiempos: "los huecos existían en el núcleo desde que éste se formó y los techos habrían caído como consecuencia de la sublimación natural de los hielos en la superficie y subsuperficie del cometa al acercarse al Sol", ha detallado esta astrofísica.

La segunda opción sería un proceso evolutivo en el que el colapso y creación de estas cavidades se daría por una sublimación esta vez de hielos más volátiles que el agua, como el de monóxido de carbono y dióxido de carbono, o la existencia de una fuente de energía interna que desencadena la sublimación de los hielos, ha añadido.

El estudio de los cometas nos acerca a la formación del Sistema Solar: este trabajo, según Luisa M. Lara, nos da información sobre cómo se formaron los núcleos cometarios y lo que ha ocurrido a lo largo de la historia de la evolución del Sistema Solar.