Ha regresado a la moda. ¿Está pudiendo expresar lo que deseaba y cómo deseaba?

Estoy en ello. Todos me advirtieron de que el mundo de la moda había cambiado, que no se podía hacer nada sin gran dinero detrás. Vamos poco a poco, con mucho entusiasmo y el apoyo del equipo, las clientas y los medios, el recibimiento ha sido increíble en todos lados. Nos estamos inventando el camino al andar, a la medida de nuestras posibilidades y haciendo las cosas un poco distintas de los demás.

¿Cómo está produciendo?

Por el momento nos producimos nosotros mismos. Es el mayor reto y el mayor orgullo. Lo hacemos en pequeños talleres españoles y hemos puesto en marcha una producción de fieltro hecho a mano que ha sido todo un reto. La producción de la ropa, los puestos de trabajo que se crean, es algo que me interesa tanto como la parte estética.

¿Cómo espera recuperar su marca?

Volvemos a salir al mercado con bastante inocencia. Parece que nos echaban de menos y dejamos buen recuerdo. La gente sigue llevando prendas de hace años. Imagino que mi estilo ha evolucionado pero el deseo es el mismo: hacer prendas que enamoren, que te duren años y que den fuerza y alegría.

En la moda, ¿es mejor quedarse pequeño?

Sospecho que sí, pero no estoy segura. Algunas cosas se hacen más fáciles si creces. ¡Difícil encontrar el equilibrio!

¿Qué ha estado haciendo durante toda esta década?

Primero recuperar la salud, después crear una fundación y dedicarme a proyectos como el grupo Poc a Poc, que trabaja por convertir utopías en realidad, Son Rul·lan, donde hacemos cursos relacionados con sostenibilidad y agricultura, Tierra, Alma y Sociedad.

Goethe decía que no hay nada más insoportable que una sucesión de días hermosos. Y en la isla hay muchos y buenos.

Desde luego yo aún no he llegado a la saturación, nunca son suficientes.

De lo que ha estado haciendo, ¿qué es lo que más le ha marcado y está aplicando ahora mismo?

Creamos la fundación Fabrics for Freedom que se dedica a buscar alternativas en la confección de moda. Lo que he aprendido en estos años me es de gran ayuda al volver a lanzar la colección al mercado. El encuentro anual Educación para la Vida que desarrollamos en Mallorca desde hace años me llena de esperanza y de alegría. En este próximo encuentro, los días 2, 3 y 4 de octubre, volverán a visitarnos profesores inspiradores como Satish Kumar, el ex ministro de Educación de Bhután, Thakur S. Powdyel, Gunter Pauli, Josep Pàmies, etc…

¿La ética y la estética deben ir de la mano en su trabajo?

No sé si deben, pero pueden y da mucha satisfacción.

¿Qué falla en España, la producción o la industria?

En España hay una situación dramática por la falta de profesionales, técnicos de calidad en moda: patronistas, modelistas, costureras, técnicos de producción. Hay muchas escuelas de moda pero no hay gente que sepa coser. No hay nuevas generaciones formándose. No se valoró a las últimas generaciones de las modistas. Muchos conocimientos se van perdiendo y no hay reemplazo. Hay que hacer algo, sería una de las mejores maneras de crear nuevos empleos.

La moda parece que no es tan arrolladora como en los años 60 ó 70, cuando iba unida a un movimiento cultural y social. ¿Volverá a tener esa fuerza?

Creo que todavía tiene fuerza pero de otra manera. Hay personas que transmiten algo muy especial y utilizan la ropa como bandera. Pero ya no es rebeldía vestirse distinto y el arte no resulta transgresor por provocador que sea. Estamos acostumbrados. Creo que los cambios que nos sorprenderán vendrán por otro lado. En un mundo donde la estética se compra, se cambia y es de quita y pon, la imagen ya no es rebelión, es más bien un juego, pero no deja de ser un arma muy poderosa.