Para que se haga cargo del tipo de entrevista: ¿Cuál es la relación con los presentadores de informativos de los espectadores a excepción de Felipe VI?

Somos ese vecino del quinto que no sabes cómo se ha colado en tu casa y por qué no se calla nunca. Estamos tan en nuestro papel que puedes olvidar que se trata de un ser humano, igual que olvidas que tiene piernas.

¿Por qué ha odiado siempre los magazines?

No los odio, respeto un formato en el que hay que conocer muy bien el límite para no frivolizar. En España no tenemos un imperio de los magazines, sino de las tertulias. Siempre hay un gran perjuicio contra la televisión. Es muy fácil disparar a la tele en el pimpampum, pero se parece a su país. También es un mito la competitividad en el ámbito televisivo, que no es mayor que en una planta de El Corte Inglés o en un ministerio.

Tengo un dilema entre Cuatro y la Sexta.

Pues quédate con Cuatro, que va antes en el mando. No hago proselitismo, pero tanto aquí como en Tele 5 me han dado mucha libertad. No siento presiones.

¿Quién le escribe los guiones?

Hay que escribirse las noticias. Me lo escribo todo, me gusta hacer las entradillas. Si no te escribes los guiones, quedas reducida a un teleñeco, aunque cada uno ha de saber para qué tiene talento.

Se ha decretado el fin del anchorman o presentador de telediarios.

Es una temeridad sentarse a hablar en plató sin saber lo que estás diciendo ni dominar las herramientas, cuando puedes tener que improvisar una conexión en directo.

El presidente del Gobierno cobraba sueldos en negro, probablemente.

Has terminado la pregunta, pero no sé si es pregunta, afirmación o cita de Bárcenas, que hubiera terminado con un «yo le llevaba los sobres». Las cosas se terminan sabiendo.

¿Se siente atraída por el mal?

Disfruto con los personajes malignos no monolíticos, más que con los beneméritos.

Todas las teleseries presentan a gente así.

Básicamente es el protagonista shakespeariano, un homicida, dubitativo, suicida que es atractivo y mezquino a la vez. Las teleseries son Shakespeare para todos los públicos.

¿Ha escuchado la expresión mona de cara?

Suena con retintín, no se plantea si son monos de cara Pedro Piqueras o David Cantero, dos hombres muy atractivos. Se establece una relación muy extraña con la cámara, que no es objetiva y pone la belleza donde quiere. La apariencia es un juego.

¿Cuarenta es la última frontera?

Ojalá que no, porque la dejé hace un tiempo. Espero que haya un grandísimo espacio Schengen verdaderamente sin fronteras, y no como el actual.

¿Cuánto tiempo le costó decidir si presentaba las campanadas de fin de año?

Me pareció una idea excitante, la consulté con la almohada por la noche y dije que sí. Fue muy divertido, todos los españoles deberían pasar por la experiencia festiva de presentar las campanadas.

¿Volvería a hacerlo?

Sí, pero no sé si me lo propondrían, aunque no me equivoqué. Para una cuestión en que todos los españoles nos ponemos de acuerdo, es bonito actuar de maestra de ceremonias.

¿Qué daría por tener una agente como Carmen Balcells?

La admiraba mucho. Me hubiera gustado entrevistarla literariamente, preguntarle cómo se enciende la luz ante un libro importante. Harold Bloom es el gran lector anglosajón, Balcells es la gran lectora en castellano.

¿Sería usted una buena agente literaria?

Me gustaría leer los libros antes que nadie, pero lo haría fatal.

Desgrane su relación con nuestra compatriota Concha García Campoy.

Bellísima y con talento, abrió el camino de las que veníamos después. Con serenidad, siempre educada, hizo informativos de calidad. Se la echa de menos.

¿Pedirá a Google que retire sus desnudos?

Lo pediré, pero no des pistas. Prácticamente no he vuelto a la playa desde entonces.

Esas fotos son un reconocimiento.

Pues prefiero un desconocimiento a esos reconocimientos.

DeLillo, Pynchon, ¿le gustan los hombres difíciles?

Claramente, ya puestos. Pynchon se pregunta «por qué las cosas han de ser fáciles de entender».

¿Ha de ser más culta para compensar la televisión?

La televisión es un trabajo como cualquier otro. Hay gente que piensa que te come las neuronas, pero la cámara no afecta al coeficiente de inteligencia de quienes se ponen delante de ella.